Esta
es la última entrega de Ruta Norte en 2021, un año que, como todos, tuvo sus
peculiaridades. La principal: que poco a poco, no sin incertidumbre, fuimos
saliendo del confinamiento marcado por la pandemia declarada en marzo de 2020.
En lo personal, volví a la oficina de la universidad en mayo de este año, y
aunque por momentos sentí que la sobrecarga de chamba me rebasaba, todo fue
saliendo en medio de las precauciones todavía necesarias para cuidarnos de
contagios.
Lo
mejor de mi trabajo estuvo, como es habitual, en los libros. Creo que edité
ocho, algunos de los cuales serán presentados en los primeros meses del año
venidero. Todo lo comunicaré por este medio conforme se vaya dando. Ahora bien,
no fue poco lo que tuve la fortuna de leer, y aunque no todo pude
comentarlo/compartirlo, sigo en la idea de que leer es una de las posibilidades
más productivas del ocio, acaso la mejor.
Además,
este año viví una novedad un tanto casual: en enero comencé con la novela Dejen todo en mis manos, del uruguayo
Mario Levrero, que aquí reseñé. La manía de aislar los libros que voy leyendo
para ver luego si escribo sobre ellos me llevó a acumular en dos meses un puñado
de ocho o nueve títulos. Dado que mi biblioteca estaba en trance de
reorganización y todo era caos, decidí aislar en una cajita los ya leídos. Fue
grande mi sorpresa al ver que para abril o para mayo, como cantaron los
hermanos Carreón, la cajita estaba casi llena, así que la cambié por otra un
poco más grande. A diferencia de otros años, esto me permite saber hoy lo que
leí en el año. No es tampoco la gran cosa, pero me da gusto que las pequeñas y
grandes miserias de la vida no me hayan alejado del placer mayor que es la
lectura.
¿Lo
mejor? Sí, hay dos o tres libros que sin duda me alegraron más que otros. El
libro ya mencionado de Levrero, la biografía Hernán Cortés. La espada, de Christian Duverger; la autobiografía Adiós, poeta, de Jorge Edwards; Ante el dolor de los demás, de Susan
Sontag; Y retiemble en sus centros la
tierra, de Gonzalo Celorio, entre otros.
Es
buen recurso el de la cajita, creo, porque nos permite mirar unida la lectura
de un año completo. Les deseo pues una cajita llena para el 2022 y todas las
venturas adicionales que en el mundo hay.