Suelo
dejarlos sueltos por allí, en apuntes que se van acumulando sin una utilidad
precisa. Algunos pueden ser ubicados en la categoría microrrelato, y otros ni eso, o a lo mucho aguantan como
microtextos, meras ocurrencias que quizá, pese a la modestia de su envergadura,
pueden expresar algo: una paradoja, una ironía o un simple guiño del ingenio. Comparto
aquí diez:
Cálculos científicos
La ciencia no conoce límites. Acabo de leer que, según cuidadosas investigaciones,
la fecha precisa del nacimiento de Cristo ocurrió seis años antes de lo que se
cree. La conclusión es simple y deslumbrante: en verdad Cristo nació seis años
antes de Cristo.
El típico malasuerte
Un tren le mutiló la pierna derecha, su casa se incendió, su esposa le dijo
adiós, lo echaron del trabajo. Tenía tan mala suerte que el día que la buscó
adrede, cuando estaba a punto de arrojarse desde un puente, vio un billete de
lotería, le pegó al gordo, compró un yate, se operó la nariz y las mujeres le
cayeron como lluvia de mayo. Nada le salía bien en la vida.
Declaración de principios
de la Catrina
“Lucharé
contra el Halloween aunque me quede en los puros huesos”.
Narciso a todo tren
Las
cámaras fotográficas de los celulares han prohijado una nueva profesión: el
paparazzo de sí mismo.
Escena en el Far West
—Hola,
Nick.
—¿Qué
tal, Joe?
—¿Sabes
qué parecemos en la barra de este salón del Lejano Oeste, tomando whisky barato
y a la espera de algún forastero al que sin duda tendremos que desafiar?
—No,
Joe, no sé qué parecemos.
—Pues
un cliché, Nick, un maldito y sucio cliché.
Realismo trágico
Vine
a Inglaterra porque me dijeron que aquí vivía mi asesino, un tal Jack the
Ripper.
Cuestión de tirria
Estoy
comenzando a sospechar que el futuro nos tiene mala leche.
Continuidad de los tragos
Sabía
que era un borrachín impenitente y que jamás podría escapar de las botellas.
Andaba, pues, de piquera en piquera, metido siempre en tragos y en problemas.
Comprendía con dolor que sus pasos no eran los correctos, que su hígado era ya
una pasa inservible, pero una poderosa fuerza interior lo movía porque en el
fondo de su corazón palpitaba otra certeza: pese a su vida desastrosa y
anónima, pese a sus veinte años consecutivos de ebriedad, alguna vez sería tema
de un microrrelato, al menos de un minúsculo y pobre microrrelato que quizá,
por qué no creerlo así, es éste.
Para ser preciso
—Soy hijo de Hugh Hefner.
—Bien, ¿y quién es tu madre?
—Agosto del 87.
Verdad de dios
El
camino de la salvación espiritual está en la pobreza. Para todo lo demás existe
MasterCard.