Andan en su tierra, La Laguna, Gerardo García Muñoz y Fernando Fabio Sánchez; como ya lo he comentado en otros momentos, ambos trabajan en la actualidad en universidades de Estados Unidos, pero no los abandona del todo el síndrome de la “Canción Mixteca” y cada que pueden se apersonan en la estepa nativa donde reanudan el viejo habito de las cervezas, los lonches y las gorditas. Los dos terminaron sus respectivos doctorados (García Muñoz en la Universidad Estatal de Arizona y Fernando Fabio en la Universidad de Boulder, Colorado) y nunca han suspendido sus empeños literarios. Vienen de vacaciones, pero yo los aprovecho para dialogar sobre sus actividades. Ambos preparan, como editores, un libro ambicioso: Luz y la guerra: el cine de la Revolución Mexicana, un volumen colectivo de ensayos que pronto aparecerá bajo el sello del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; examina la producción cinematográfica en la cual la Revolución Mexicana se erigió en objeto de representación histórica y estética. El índice de autores está integrado por: Felipe Cazals, Aurelio de Los Reyes (UNAM), Julia Tuñón (Centro de Investigaciones Históricas de México), Matthew Bush (Lehigh University), Jean Franco (Columbia University), Zuzana Pick (Carleton University), Stephany Slaughter (Alma Collage), Adela Pineda (Boston University), Héctor Ruvalcaba (University of Texas en Austin), Ignacio Corona (Ohio State University), y los editores. Fernando Fabio me ha proporcionado unas líneas de su introducción (“De la representación a la historia: un siglo de cine y Revolución”):
“Antes de la idea fue la luz; antes de que se formara el concepto de la Revolución Mexicana existió su representación cinematográfica en las salas públicas y privadas del país. Todavía antes de que se iniciara la edificación del México posrevolucionario y surgiera el interés académico nacionalista por lo indígena y las tradiciones rurales; antes del Muralismo mexicano, la Novela de la Revolución y el régimen de la revolución institucional, se encuentra el cine de la Revolución. A la par de los reportajes periodísticos y fotográficos, el cine difundió imágenes de guerra provenientes de todas las regiones del país; presentó a los habitantes del México porfirista escenas que implicaban el derrumbe de un orden impuesto por más de tres décadas y, al mismo tiempo, el caos de la guerra que, con el tiempo, preludió el advenimiento de una nueva era.
La luz y la guerra: el cine de la Revolución Mexicana es precisamente un estudio de la vida del cine de la Revolución desde sus orígenes hasta casi el cumplimiento del centenario de la Revolución (1911-2009). El libro analiza las relaciones entre este corpus fílmico, la idea de la Revolución Mexicana y el régimen posrevolucionario. Tal como se verá a lo largo de este libro, el cine de la Revolución, a diferencia de lo que se piensa del Muralismo y de la mayor parte de las novelas de la Revolución, no siempre estuvo alineado con la propuesta simbólica del Estado y el grupo de intelectuales orgánicos. Aunque las convenciones que determinaban la producción cinematográfica fueron manipuladas por los caudillos —como antes lo fueron durante el régimen del presidente Díaz— y empezaron a ser explotadas comercialmente por los creadores del cine de ficción a partir de los ’30 haciendo eco de la narrativa auspiciada por el gobierno posrevolucionario, el cine no siempre fue un panegírico de hombres fuertes, celebración de la violencia originaria del México moderno y exaltación de héroes nacionales. De esta manera, el presente libro habla de una serie de encuentros y desencuentros entre el Estado, los grupos intelectuales y la Revolución”.
“Antes de la idea fue la luz; antes de que se formara el concepto de la Revolución Mexicana existió su representación cinematográfica en las salas públicas y privadas del país. Todavía antes de que se iniciara la edificación del México posrevolucionario y surgiera el interés académico nacionalista por lo indígena y las tradiciones rurales; antes del Muralismo mexicano, la Novela de la Revolución y el régimen de la revolución institucional, se encuentra el cine de la Revolución. A la par de los reportajes periodísticos y fotográficos, el cine difundió imágenes de guerra provenientes de todas las regiones del país; presentó a los habitantes del México porfirista escenas que implicaban el derrumbe de un orden impuesto por más de tres décadas y, al mismo tiempo, el caos de la guerra que, con el tiempo, preludió el advenimiento de una nueva era.
La luz y la guerra: el cine de la Revolución Mexicana es precisamente un estudio de la vida del cine de la Revolución desde sus orígenes hasta casi el cumplimiento del centenario de la Revolución (1911-2009). El libro analiza las relaciones entre este corpus fílmico, la idea de la Revolución Mexicana y el régimen posrevolucionario. Tal como se verá a lo largo de este libro, el cine de la Revolución, a diferencia de lo que se piensa del Muralismo y de la mayor parte de las novelas de la Revolución, no siempre estuvo alineado con la propuesta simbólica del Estado y el grupo de intelectuales orgánicos. Aunque las convenciones que determinaban la producción cinematográfica fueron manipuladas por los caudillos —como antes lo fueron durante el régimen del presidente Díaz— y empezaron a ser explotadas comercialmente por los creadores del cine de ficción a partir de los ’30 haciendo eco de la narrativa auspiciada por el gobierno posrevolucionario, el cine no siempre fue un panegírico de hombres fuertes, celebración de la violencia originaria del México moderno y exaltación de héroes nacionales. De esta manera, el presente libro habla de una serie de encuentros y desencuentros entre el Estado, los grupos intelectuales y la Revolución”.