sábado, julio 11, 2009

Casa de Coahuila en el DF



Anda en Torreón, gozando/padeciendo de estos calorones, Pedro Martínez Estrada. Lo conocí apenas el jueves, pero su conversación desde el principio fue tan cálida, abierta y afín a nuestro risueño desenfado que me hice una veloz conjetura: este amigo tiene algo de lagunero. No pasó mucho tiempo para que me enterara de la realidad: Pedro nació en Torreón, vivió su infancia y su juventud en la colonia Pancho Villa, estudió en la PVC y luego viajó a México para hacer sus estudios universitarios. Allá ha echado raíces, se casó, tiene dos hijos (uno abogado, otro publicista) y preside actualmente la Casa de Coahuila AC. Su visita a la comarca obedece a lo que todo buen hijo debe a sus mayores: viene a celebrar los noventa años de don Pedro Martínez Guzmán, su padre, quien durante décadas fue comerciante de una tienda de abarrotes con la que sacó adelante, no sin heroísmo, a una familia con ocho hijos.
Le he pedido a Pedro que nos informe sobre las actividades de la Casa de Coahuila. Mis noticias sobre esta institución, hasta ayer, eran muy pobres, aunque la ubico al menos de nombre porque en las muchas conversaciones que he sostenido con el escritor Fernando Martínez Sánchez él solía mencionarla. Sus frecuentes viajes a la capital incluían visitas a la Casa de Coahuila, así que luego me describía lo bien que era atendido en ese espacio. Nunca he estado allí, en esa Casa, pero sé que es reiterada sede para presentaciones de libros, conferencias y otras actividades análogas.
Mucho antes de saber de la Casa de Coahuila supe de otra similar. En charlas con amigos de Chihuahua escuché que los oriundos de aquel estado radicados en la capital reunirse en una asociación que les permitía afianzar lazos de chihuahuense identidad. Acudían escritores, pintores, médicos, abogados, empresarios y todos los que, sin más, hubieran nacido en el estado más grande del país. Luego, como dije, me enteré del caso coahuilense, que también nuestra entidad tenía un cubil en el que los nativos de estos desiertos podían mantener vínculos de camaradería y recuerdo de su espacio provinciano. Podrá sonar melifluo, pero creo que nunca está de más que el hombre tenga, cuando por alguna razón debe alejarse de su tierra, un punto de reunión en el espacio distante, un lugar en el que se afiance esa misteriosa forma de la amistad que se basa en la oriundez. Coahuila, pues, tiene una casa en el DF, la Casa de Coahuila, precisamente.
Me informa Pedro Martínez que la CdeC fue constituida en 1956 por Nazario Ortiz Garza, quien buscaba como objetivo la integración de los coahuilenses radicados en la ciudad de México y su zona conurbada, esto con el fin de que no perdieran su raigambre cultural e histórica. La Casa, añade, pretende ser una ventana para la promoción y divulgación cultural y académica, así como para el desarrollo industrial, comercial y de servicios.
Es, como ya quedó insinuado arriba, una asociación civil, de manera que no tiene objetivos de lucro. Es, creo, un espacio ideal para que los creadores de La Laguna de Coahuila presenten sus obras, si les interesa, en la capital del país. Este servicio no es poca cosa, habida cuenta de que las dificultades para lograr alguna módica promoción en el DF son particularmente difíciles para quienes no contamos con contactos adecuados en el centro. Pedro Martínez me da la dirección de la CdeC: Prolongación Xicoténcatl 10, Colonia San Diego Churubusco, 04120, Delegación Coyoacan, México, DF. El e-mail del director es pedro_mar_es@hotmail.com, por si algún lagunero desea su comunicación. Por lo pronto, el 13 de agosto el magistrado Jesús Sotomayor presentará allá uno de sus libros; después, el 8 de septiembre, hará lo propio Jorge Andrés Zarzosa Garza con su obra El brigadier. Felicidades a Pedro y más felicidades a don Pedro, su padre, por los primeros noventa.