sábado, marzo 18, 2023

Miradas de Jorge Valdés

 











Varias antologías personales publicadas por el Gobierno del Estado de Coahuila están disponibles con descarga gratuita dentro de la web de la Secretaría de Cultura estatal. Si bien han tenido difusión en su formato de papel (yo mismo tengo casi toda la colección), es una buena noticia saber que también están, gratuitamente, al alcance de la vista y la sensibilidad lectora en su formato digital. Uno de los títulos a disposición es Nudista, de Jorge Valdés Díaz-Vélez.

Pese a ser larga, la semblanza de este autor nacido en Torreón, Coahuila, en 1955, apenas alcanza para describir el valor de su trayectoria. Jorge Valdés es poeta y diplomático. Como Miembro de Carrera del Servicio Exterior ha trabajado en las Representaciones Diplomáticas en Argentina, Costa Rica, Cuba, Marruecos y España. Es autor de dieciséis libros de poesía publicados en México, Cuba, España e Italia. Entre otros: Jardines sumergidos (México, Colibrí, 2003); Tiempo fuera (1988-2005) (Universidad Nacional Autónoma de México, 2007); Los Alebrijes (Madrid, Hiperión, 2007); Qualcuno va (edición bilingüe italiano-español, Foggia, Bari, Sentieri Meridiani Edizioni, 2010); Otras horas (Santander, Quálea Editorial, 2010); Mapa mudo (Sevilla, Col. Vandalia, Fundación José Manuel Lara, 2011); Herida sombra (Monterrey, Posdata Editores, Col. Versus, 2012) y Nudista (Saltillo, Gobierno del Estado de Coahuila, Col. Arena de poesía). Ha sido traducido al árabe, francés, italiano, portugués, neerlandés, rumano e inglés. Sus libros más recientes son la antología Parque México (Renacimiento, Sevilla, 2018) y Soledad en llamas (Ayuntamiento de Torreón, 2022). En 1988 ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes con La puerta giratoria (México, Joaquín Mortiz-Planeta, 1998).

¿Dice una cédula biográfica lo que el escritor abarca? De algún modo sí, claro, pues da cuenta de la trayectoria específica que ha seguido, pero nada mejor que acceder, como en este caso, a los textos para dimensionar el valor de su trabajo ya con la obra puesta sobre la mesa y a merced de la valoración.

Como se trata de una antología personal, esta selección nos acerca parte de lo que el mismo autor ha considerado representativo de su hacer. A diferencia de las antologías, digamos, no creadas por el propio autor, sino elaboradas por un tercero, aquí podemos indagar con más precisión en aquello que el escritor percibe como más valioso de sí mismo o al menos lo más definitivo.

En Nudista —título que no oculta lo mucho que el trabajo poético puede tener de strip tease— Jorge Valdés recoge 45 piezas distribuidas en tres de sus libros: Otras horas, Mapa mudo y Los alebrijes. En todas ellas hallamos al poeta concentrado, no torrencial, en el despliegue de su emoción interior. La mirada toma de afuera los elementos de la realidad y es en los íntimos pliegues de la consciencia donde el poema adquiere cuerpo, consistencia. Los versos se y nos interrogan, buscan sentido, pero no llegan a conclusiones ni a moralejas que derrumbarían la eficacia del poema. Por ejemplo, en “Polaroid”, el recuerdo detonado por la observación de una foto enlaza el presente con el pasado en un instante e insinúa el abismo que se abre entre ambos puntos, el abismo que es el tiempo transcurrido y ya irrecuperable:

Son siete contra el muro, de pie, y uno sentado.

Apenas si conservan los rasgos desleídos

por los años. Las caras resisten su desgaste,

aunque ya no posean los nítidos colores

que ayer las distinguieron. Entre libros y copas,

las miradas sonrientes, las manos enlazadas

celebrando la vida de plata y gelatina

se borran en el sepia de su joven promesa.

Por detrás de la foto están escritos la fecha,

los nombres y el lugar de aquel encuentro. Fuimos

a presentar el libro de uno de los amigos

que aparece en la polaroid viendo hacia el vacío.

Después se hizo la fiesta y más tarde el accidente

nos llevó al cementerio. Dijimos en voz alta

sus poemas. Los siete contra el muro, de pie,

uno leía. Todos aún lo recordamos

y casi por costumbre le voy a visitar

con girasoles. Todos hemos envejecido

menos él, ahí en la vista fija. Nos mira

desde sus 20 años, que son los de su ausencia,

con ojos infinitos de frente hacia la cámara,

llevándose un verano tras otro, aunque comience

a degradar su tono naranja sobre el duro

cartón de la fotografía.

En el también hermoso poema “Los argonautas”, una colectividad desvalida, invisible para tantos, la de los migrantes, se concreta en la palabra que expone lo esencial de sus vidas: la incertidumbre, el no saber bien a bien cómo es el destino que, si tienen suerte, encontrarán en el sitio del mundo que no los espera, un sitio que puede ser cualquier parte del mundo:

Han venido a cantar “Las golondrinas”.

Llegarán a Nogales en tres días.

A Chicago, tal vez, en dos semanas.

Tienen familia allá, del otro lado.

Son de Minatitlán o Villahermosa.

Otros, de El Salvador y Nicaragua.

Su imagen de Illinois es una estatua.

Un campo de maíz la de Chicago.

Conocen el desierto sólo en fotos.

Van a seguir las huellas del coyote.

No levanta la niebla en la otra orilla.

Gibraltar se distingue a duras penas.

Son del Magreb y el sur de Cabo Verde.

Van a echar al oleaje su fe ciega.

Cruzarán en silencio todos juntos.

Lo poesía de Jorge Valdés tiene el poder de emocionar y comunicar, de convertir lo inmediato, lo personal, en sentimiento que también el lector logra vivir, como el de la separación y la ausencia de lo querido en “Genealogía”:

Se han marchado los hijos de la casa

igual que lo hice yo, y antes mi padre

y el padre de mi abuelo, el que perdura

en el polvo que impulsa nuestros huesos

hacia la incertidumbre y desde el miedo

a la desolación de las palabras:

naufragar, desamor, volver, vacío.

Se fueron ya. Tenían la sonrisa

envuelta en las bufandas y en los brazos

el olor de la casa que dejaban.

Nada será lo mismo con su ausencia

a la hora del pan frente a la música

o en la noche del fuego. Llega el alba

y con ella su sombra. La tristeza

sube la escalera de caracol

y acoda su mutismo en la baranda

para oír el primer canto del día

junto a mí, el que partió y no se ha ido.

Es Nudista, por todo, un libro que debemos conocer. Podemos descargarlo gratis aquí. No se lo pierdan.