Compré
Estructuras del cuento hispanoamericano
(Universidad Veracruzana, Xalapa, 1989), de David Lagmanovich (1927-2010), en
la librería Astra-Leph, de Torreón, allá por 1998. En aquel momento no podía
saber que ese hecho relativamente simple en mi manera de vivir iba a tener
consecuencias tan venturosas. No recuerdo si ya conté la anécdota que grosso modo aquí comparto: en 1999 vino
de visita, a La Laguna, Fernando Fabio Sánchez, quien estudiaba en aquellos años su maestría en la Universidad de Boulder, Colorado. Como era y sigue
siendo habitual, nos vimos para cenar y compartir novedades, y en la charla
salió que le había dado clase un profesor argentino que parecía saberlo todo,
incluso que existía Torreón. Esto no era una frivolidad, pues a lo largo de su
vida académica en EU Fernando notó que nadie ubicaba a nuestra ciudad en el
mapa. El apellido del maestro era Lagmanovich. Quedé asombrado, y le dije que
recién había leído un libro suyo publicado en México.
Lo
que siguió fue otra serie de carambolas. De la Veracruzana nunca enviaron a
David ni un ejemplar, de modo que, cuando Fernando le narró la coincidencia,
David y yo nos pusimos en contacto con el fin de viabilizar la consecución de
algunos ejemplares, lo que al final sí ocurrió. Luego de esto, la amistad
epistolar fue muy intensa en la década siguiente, y concluyó con la muerte de
David. En medio del trato postal, además, tuvimos tres encuentros en persona,
uno en Tucumán, donde vivía, y dos en Buenos Aires.
Estructuras…
es pues un libro que estimo sobremanera por lo que desencadenó. Lo sería
igualmente, sin embargo, por el valor de su contenido; en él, David analizó
varios cuentos de escritores hispanoamericanos. No son ensayos arduos, sino acosos
sencillos al mecanismo de los cuentos “El solitario”, de Quiroga; “Ocelotl
33”, de Asturias; “Los dos reyes y los dos laberintos”, de
Borges; “Un sueño realizado”, de Onetti; “Es que somos muy
pobres”, de Rulfo, “La siesta del martes”, de García Márquez, entre otros.
El recuerdo de aquellas aproximaciones a cuentos relevantes me acompaña desde entonces y quisiera ver si este año cuajo un proyecto largamente postergado: recomendar, con un poco de crítica personal, relatos que me han agradado. Aquí los iré compartiendo.