En
el cuento “Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, el recurso de la alusión aparece desde
el título: esa mujer, a la que se menciona así, vagamente, en todo el relato,
es un ser concreto, el cadáver embalsamado de Eva Duarte de Perón que mantiene
oculto su más famoso custodio/secuestrador, un militar de nombre Carlos Moori Köenig. La leyenda señala que este
tipo se enamoró del cadáver de Evita y mientras asumía su cuidado pudo
perpetrar actos viles sobre el cadáver. Ignoro qué tan cierto o falso haya sido
eso.
El personaje de Moori Köenig y el cadáver de
Evita sirvieron para que Walsh escribiera un cuento extraordinario, quizá uno
de los mejores de la literatura latinoamericana. Dos personajes se encuentran en
un departamento de Buenos Aires: no son mencionados por sus nombres, pero sabemos
que son un militar, dueño del lugar donde se desarrolla el diálogo, y un
periodista.
La historia es narrada en primera persona por el
reportero, quien escribe con estilo directo y frases cortísimas. El tiempo
objetivo del relato es apenas el que consumió el encuentro, y en ese breve
lapso se aprieta un torrente de información, casi toda insinuada. “Estamos sentados junto al ventanal. Las luces
del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los
automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es
apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa”. El periodista
quiere obtener el dato del lugar donde se encuentra el cadáver, pero el militar
elude la respuesta. La conversación avanza tortuosamente, sin un hilo preciso
debido a la elusividad del militar. Para reforzar la incertidumbre, lo movedizo
de la conversación, Walsh construye diálogos vertiginosos, frases que
configuran un zigzag entre los interlocutores.
Poco obtiene en claro el periodista, pues el
coronel habla y parece que no revelará nada importante sobre el paradero de
“esa mujer”. Unas hebras de información, sin embargo, se le escapan ante la
insistencia del periodista:
“—¿La sacaron del país?
—Sí.
—¿La sacó usted?
—Sí.
—¿Cuántas personas saben?
—Dos.
—¿El Viejo sabe?
Se ríe.
—Cree que sabe”.
“El Viejo” es una alusión al viudo de Eva Perón, quien en teoría
está enterado de que el cadáver de su esposa ha sido sacado del país, lo que en
efecto ocurrió. La idea del periodista es encontrarlo, pero el misterio y el
muro de silencio son poderosos, impenetrables.
“Esa mujer” ilustra, como pocos cuentos, la capacidad de la
ficción para, en un puñado de párrafos, coagular dramas que la historia
contaría de otra manera. Walsh necesitó cinco páginas y dos personajes para
resumir un caso de política y necrofilia que durante varios años mantuvo en
vilo a todo un país.