miércoles, diciembre 17, 2014

Cuentas y cuentos chinos















Lejos de apanicarse, enconcharse, limitarse, la llamada “clase política” nacional sigue en sus arreglos de siempre, más cínica que nunca, exonerando hampones o amenazando a los “desestabilizadores” sin morderse la lengua. Hay, claro, indicios de represión dosificada aquí y allá, y la descomposición que podemos atribuir a la delincuencia conserva el buen ritmo que tuvo en el calderonato genocida. O sea, no hay mucha novedad en el frente oficial ni en el frente narco que al final terminan confundidos, enredados, aliados casi bicefálicamente.
Donde es muy evidente un ligero cambio de dinámica es en la exhibición pública de los bienes materiales que poseen quienes detentan alguna forma más o menos grande de poder político. Como las declaraciones patrimoniales, aunque parciales y amañadas, ya son públicas, no pasa día desde hace rato en el que no nos enteremos de las posesiones que, para hacer honor a la justa medianía juarista, acumulan ostentosa o discretamente quienes han estado/están cerca del queso y lo han mordido hasta más allá de la saciedad.
Con la casa de EPN como Transa Insignia de este sexenio, poco a poco se ha ido desgranando la mazorca y aquí y allá, hasta en medios afines al gobierno, son balconeados algunos lujos de la élite. Es, digamos, lo ya bien sabido, pero con evidencias documentales obtenidas de las mismas declaraciones patrimoniales. Pese a que se trata de riquezas, de lujos, de bienes obscenos, soy de los que creen que pese a las exigencias de la ley para hacer públicos los bienes, lo que vemos es apenas la cresta del iceberg, pues con prestanombres o simple ocultamiento de información se quedan muchas verdades tras el biombo.
Inquieta por el también descarado caso Videgaray, CNN exploró nomás tantito en el gabinete de EPN y encontró que la camarilla, obvio, también tiene el colmillo largo y afilado. La puesta periodística de esa información la hizo en tono chacotero. Por ejemplo, con incisos como éste: “Las 222.4 hectáreas de Enrique Martínez y Martínez”, donde se dice que el actual secretario de Ganadería, Agricultura, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación cuenta con “una superficie total de 2 millones 224,625 metros cuadrados, es decir, 222.4 hectáreas. Para dar una idea, los terrenos de este funcionario equivalen a una tercera parte del área del Bosque de Chapultepec”. Otra: “Un gusto por los clásicos”, donde se refiere a que “El secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, reportó ser propietario de siete vehículos, entre ellos un Jaguar clásico del año 1960. Entre sus otros autos se encuentra un BMW 550 GT de 2012 (el cual adquirió a crédito), Mercedes Benz E 500 de 2012, y un Mini Cooper Country Man de 2011”. Y así, pocos datos solamente de todo lo que fue reportado en las declaraciones patrimoniales.
Junto con la violencia agudizada en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Estado de México y demás, estamos viendo, así sea lentamente, una mayor apertura de la información relacionada con el patrimonio de quienes manejan recursos públicos. Ya sabíamos que en general —por no decir llanamente que todos— se enriquecían en poco tiempo y si es en mucho se enriquecen más; lo que no sabemos bien, y no debemos olvidar, es que sólo vemos una parte de todo lo que acumulan. Por ello lo que queda oculto, lo no declarado, es lo más interesante y cuando es descubierto, como en el caso de Luis Videgaray, lo justifican con cuentas y cuentos chinos, con créditos blandos o inversión de ahorritos o “donaciones” (el clásico de EPN). Ah, lindo país.