El analista político Raymundo Tuda me manda estas palabras; creo que bien merecen la lectura: “Los voceros de la oligarquía y el grupo de verdaderos millonarios de México, de los que habitan en Las Lomas y vacacionan en castillos europeos, recibieron una reprimenda echeverrista del presidente Felipe Calderón en la famosa reunión de los 300 líderes de México. Pronto y al estilo del famoso Smithers de Los Simpsons, los jilgueros de esta oligarquía del tercer mundo empezaron a atacar al presidente de la república en un episodio idéntico al de la marabunta ultraderechista que se enfurecía con Echeverría y López Portillo cuando ambos ex presidentes, sin miramientos, les señalaban sus errores, ignorancia y excesos en perjuicio del pueblo de México.
¿A que obedeció el discurso surrealista en donde un presidente de derecha arremetió en contra de los grupos que aplaudieron a rabiar, hasta el fanatismo pueblerino, su propio triunfo y el linchamiento del anticristo perredista? ¿Es un deslinde de la ultraderecha fascista, histérica porque las reformas del Congreso golpearon el único valor que motiva su mediocre existencia, y que es el interés económico? ¿Es una toma de conciencia, extraña en los hombres del poder nacional, una vez que la mirada presidencial se topó con la desgracia de millones de mexicanos? Las causas de este giro son un misterio.
En esa reunión, Calderón volvió a ser el mismo Felipe de las juventudes panistas, seguidor ferviente del maestro Gómez Morín, el fundador del PAN, quien, anteponiendo la filosofía humanista del bien común, rechazó enérgicamente la alianza con el sinarquismo.
La tarea es hoy quitar de los hombres del gran capital la perversidad moral, Made in Mexico, fundamentada en la filosofía de cómo ganar más dando menos, cómo explotar más sin prestaciones, cómo eludir religiosamente las jubilaciones e indemnizaciones de los seres humanos que construyen sus fortunas. Sobre todo, como infundir conciencia social y cultural en la pléyade de júniors en cuyo hueco cerebral chapotean las cuatrimotos, los miércoles de club social, los deportes extremos y la persecución de un objetivo de vida insultante a la inteligencia humana que sin ir muy lejos aquí, en La Laguna, culmina felizmente con metas como asistir a falsas degustaciones y catar vinos que cualquier vagabundo europeo rechazaría, y, por supuesto, contraer nupcias con una buena chica de apellido rimbombante que pase la prueba de oro: no sonreír nostálgica ni parpadear nerviosa cuando el BMW del orgulloso nuevo líder pase de largo frente a un hotel de paso.
Una vez superada esa cultura, una vez reinyectada la primaria, secundaria, el civismo y la modernidad entre los nuevos empresarios, se resolverá el misterio de por qué México se rezaga mientras el resto del mundo avanza y se eleva inexplicablemente, incluso en los gobiernos del socialismo moderno”.
¿A que obedeció el discurso surrealista en donde un presidente de derecha arremetió en contra de los grupos que aplaudieron a rabiar, hasta el fanatismo pueblerino, su propio triunfo y el linchamiento del anticristo perredista? ¿Es un deslinde de la ultraderecha fascista, histérica porque las reformas del Congreso golpearon el único valor que motiva su mediocre existencia, y que es el interés económico? ¿Es una toma de conciencia, extraña en los hombres del poder nacional, una vez que la mirada presidencial se topó con la desgracia de millones de mexicanos? Las causas de este giro son un misterio.
En esa reunión, Calderón volvió a ser el mismo Felipe de las juventudes panistas, seguidor ferviente del maestro Gómez Morín, el fundador del PAN, quien, anteponiendo la filosofía humanista del bien común, rechazó enérgicamente la alianza con el sinarquismo.
La tarea es hoy quitar de los hombres del gran capital la perversidad moral, Made in Mexico, fundamentada en la filosofía de cómo ganar más dando menos, cómo explotar más sin prestaciones, cómo eludir religiosamente las jubilaciones e indemnizaciones de los seres humanos que construyen sus fortunas. Sobre todo, como infundir conciencia social y cultural en la pléyade de júniors en cuyo hueco cerebral chapotean las cuatrimotos, los miércoles de club social, los deportes extremos y la persecución de un objetivo de vida insultante a la inteligencia humana que sin ir muy lejos aquí, en La Laguna, culmina felizmente con metas como asistir a falsas degustaciones y catar vinos que cualquier vagabundo europeo rechazaría, y, por supuesto, contraer nupcias con una buena chica de apellido rimbombante que pase la prueba de oro: no sonreír nostálgica ni parpadear nerviosa cuando el BMW del orgulloso nuevo líder pase de largo frente a un hotel de paso.
Una vez superada esa cultura, una vez reinyectada la primaria, secundaria, el civismo y la modernidad entre los nuevos empresarios, se resolverá el misterio de por qué México se rezaga mientras el resto del mundo avanza y se eleva inexplicablemente, incluso en los gobiernos del socialismo moderno”.