martes, septiembre 25, 2007

Estepa 50



Circula ya el ejemplar número 50 de Estepa del Nazas, revista literaria del Teatro Martínez. Entre otros, ofrece textos de Daniel Maldonado, Arturo Robles, Vicente Alfonso, Saúl Rosales, Julio César Félix y Rodrigo Castillo. El aderezo gráfico es de Tábata Ayup. Su circulación es gratuita, sólo hay que pedirla en las oficinas del TIM.
Yo colaboré con el cuento “La insoportable mezquindad del ser”, que pertenece al libro Ojos en la sombra que acabo de publicar en el sello de la UAdeC. Va un fragmento de aquel relato; si alguien se ve tentado, que concluya su lectura en Estepa…: “Una ola enorme de tristeza me caía de vez en cuando sobre la coronilla. Aquello era indetenible, abrumador, una nube de plomo la verdad. Por eso no me dolió suicidarme, largarme para siempre de todo esto. Digo suicidarme y por supuesto que es una metáfora, porque aquí sigo dándole a la vida, rumiando ya desde muy lejos la esperanza de escribir en serio. Si me suicidé, fue sólo de la literatura. De allí salté a la música, al teatro, a la pintura y al fin, desde hace cinco meses, he sostenido este pequeño restaurante donde sinceramente no me va tan mal. Aquí por lo menos trato de mantenerme al margen. Todo el tiempo se me va en surtir la mercancía, en abrir, en coordinar a las dos señoras que cocinan y al mesero. Lo demás es estar detrás de la caja esperando los billetes. Los sábados y los domingos son los mejores días y es cuando pienso menos, pero hoy es domingo y ni siquiera la sobrecarga de trabajo ha impedido que yo sienta la nube de plomo, esa tristeza gorda que me aplasta cuando algo, lo que sea, me recuerda que yo soy escritor aunque no escriba.
Hace años (quince para ser exacto) empecé junto con Martín Fernández la utopía de escribir. Estábamos en la prepa y a Martín se le ocurrió armar un periodiquito. Era linda aquella idea. Yo no sabía qué hacer de mi vida y por supuesto me entusiasmó el proyecto de hablar con el papel, de obtener presencia en la preparatoria y tal vez de integrarme a la mesa directiva. Martín era muy entrón y yo lo seguí convencido de que juntos podíamos llegar a grandes cosas. Reunimos a tres más y en una tarde nos fumamos dos cajetillas de cigarros Fiesta para poner el plan en marcha. Ese día fundamos Grito social, ‘Órgano informativo de la Preparatoria Federal Justo Sierra Turno Vespertino". Un cabrón al que apodábamos el Cuervo sabía bastante de dibujo técnico y a él le encomendamos el diseño del tabloide. El directorio quedó bastante bien amarrado. Martín Fernández era el mero mero, luego yo aparecía como subdirector, el Cuervo la hacía de diseñador, el Moco de fotógrafo y a Lizete le dimos el etéreo puesto de relaciones públicas. Éramos cinco. Yo aparecí como el segundo más importante. A mí se me ocurrió organizar una hamburguesada para hacernos de recursos. No recuerdo cómo, pero conseguí un gran asador de carne y no me vi mal preparando la comida. Vendimos boletitos y con las ganancias sacamos el primer número de Grito social. Al principio el plan era regalarlo, pero a mí también se me ocurrió que aquello no resultaba conveniente; era necesario vender nuestro producto, comercializarlo en la escuela para poder sacar los números siguientes...”.