Otra factura saldó el jueves el deudor Felipe Calderón. De todo se le podrá acusar, menos de no pagar lo que debe. Cuatro meses después de haber asumido la presidencia, FCH se apersona en Oaxaca para fortalecer al sucio gobierno de Ulises Ruiz mediante la inauguración de obras públicas y, lo fundamental, mediante la foto que, como ya lo había hecho en Puebla con el ejecutivo estatal precioso, reafirma el testimonio de armonía entre el michoacano con lo inenarrablemente peorcito del tricolor.
La crónica (no escribiré, como se ha escrito ya un millón de veces, de un encuentro “anunciado”) de Diego Osorno, enviado de Milenio a la región del Istmo de Tehuantepec, es una pieza periodística que por sí sola, sin necesidad de añadirle nada o muy poco, expone el cósmico cinismo de Ruiz y la nula capacidad de maniobra en la que se desempeña Calderón. Las concesiones para llegar al poder fueron tantas que uno tras otro, puntualmente, ha tenido que entregar réditos a quienes lo apoyaron. En el caso de Oaxaca, recordemos que su momento de mayor ebullición se dio durante las semanas previas a la toma de protesta felipense; el PAN necesitaba al PRI para consumar la pantomima y tuvo que aceptar la permanencia del góber oaxaqueño. Cuatro meses luego, Calderón palmea la espalda de Ruiz; no lo abraza, pero con pachón collar de flores se exhibe junto a ese sujeto repudiado.
Para cristalizar este juego de fantoches tuvo que ser montado en Oaxaca un escenario artificial, ayuno por completo de pueblo y simpatía espontáneos. El góber odioso acarreó, dice la crónica de Osorno, a las fuerzas vivas del PRI local para que vitorearan a todo cogote cada gesto del ilustre visitante. Además, 200 militares ataviados de paisanos recibieron la orden de colgar el verde olivo para que en el acto sirvieran de tumulto engañabobos. Como en los viejos tiempos, “Fueron soldados del Ejército Mexicano vestidos de civil, soldados con tenis deportivos, pantalones de mezclilla, camisas de algodón con leyendas en inglés, pero con el inconfundible corte de cabello castrense, que no disimulaban las gorras de la Comisión Federal de Electricidad”. Todo en orden, nada que alterare los nervios del michoacano.
Lejos, contenidos por dos mil efectivos de seguridad, los opositores de Ruiz lanzaban consignas al vacío y la fotocopia de una carta que no por inofensiva deja de ser elocuente: “Con este acto Felipe Calderón hace público el respaldo que su partido y su gobierno han venido brindando a Ulises Ruiz, responsable directo de muy graves violaciones a los derechos de la ciudadanía oaxaqueña”. Ni hablar. El poder cuesta y hay que pagarlo.