Parece que en ocasiones son lo mismo, pero de repente hacen
piruetas sorpresivas y nos dejan boquiabiertos. Me refiero a los memes y su
capacidad para zarandear las redes sociales con algún tren que inesperadamente
se presta para formatear todos los mensajes que vengan a la mente. Esto fue lo
que pasó y sigue pasando con el meme del gato al que cierta mujer recrimina con
la cara inyectada de rabia y el dedo flamígero en posición acusatoria mientras el animal asume con serenidad el rapapolvo. Todos lo hemos visto, y lo que me
asombra es la plasticidad que ha tenido para desplegarse en cientos de mensajes.
Prácticamente ha podido expresar lo que sea, casi como una imagen comodín a la
que es viable acoplar cualquier gesto burlón o crítico.
Este meme trabaja sobre el tema del engaño o el malentendido.
Su mecanismo humorístico se basa en que la mujer reclama con una frase y el
gato responde con otra que establece una verdad desconocida por la acusadora,
quien ni siquiera la había vislumbrado. Así, por ejemplo, cuando ella señala:
“Me dijiste que habías dejado las drogas”, el gato responde, imperturbable:
“Sí, pero en el otro pantalón”. O en otro: “Soy tu novia y nunca me compras
flores”, a lo que el cabrón gato responde: “No sabía que vendías”, o “Me
dijiste que no tenías hijos”, reclama la chica, y el animal precisa: “Contigo”,
y también “Me dijiste que los fines de semana no salías”, a lo que el felino
blanco contesta: “Sí, pero de la cantina”. Estos memes vinculados el desengaño
dentro de la vida en pareja son los más comunes, y en todos ellos el
dispositivo textual deriva en el cinismo del gato, quien sin inmutarse revela
una frase que lapida las esperanzas de quien lo encara.
El gato también ha sido útil en otros espacios de la vida.
Por ejemplo, en el deporte: “Me dijiste que tenías 21 años”, dice la mujer, y
el gato: “Sí, pero sin ver campeón a Cruz Azul”. O en la política antiAMLO:
“Dijiste que primero los pobres”, restriega la mujer, y el gato revira: “Sí, pero
los pobres de mis hijos que a sus 40 no tenían trabajo”. Y uno genial del contexto
académico: “Me dijiste que me darías una cita”, escupe la mujer, y el gato:
“Sí, pero de APA”.
La elasticidad del meme —más si su base icónica es per se graciosa, como la del gato— resulta
una de las novedades más pasmosas de la comunicación actual. Detrás de
fenómenos como este podemos intuir las filias y las fobias de miles de usuarios
que con ingenio y ligereza, y gracias al meme, hacen la crítica del presente más allá de lo
articulado por los medios convencionales aunque también más allá, es obvio, de cualquier intencionalidad subversiva.