sábado, mayo 20, 2023

Ideal del triángulo

 




En algún punto de su larga escritura, Borges reseñó uno de los primeros libros de Manuel Maples Arce, capo del movimiento estridentista. Esto ocurrió en la década de los veinte, es decir, que el libro de Maples apareció en México y casi al mismo tiempo, apenas unos meses después, lo estaba comentando Borges en la efímera revista Proa de Buenos Aires.

Puedo suponer que el mismo Maples envío el libro a sus homólogos vanguardistas del cono sur, y que el joven Borges, de apenas 23 años, lo recibió para luego hacer la crítica de la cual convido este párrafo: “El libro Andamios interiores es un contraste todo él. A un lado el estridentismo: un diccionario amotinado, la gramática en fuga, un acopio vehemente de tranvías, vestiladores, arcos voltaicos y otros cachivaches jadeantes; al otro un corazón conmovido como bandera que acomba el viento fogoso, muchos forzudos versos felices y una briosa numerosidad de rejuvenecidas metáforas” (la prosa de Borges todavía estaba allí en trance de perfeccionamiento, pero ya se insinuaba la revolución que provocaría veinte años luego).

Pero no es sobre la relación bilateral Maples-Borges en lo que deseo detenerme, sino en lo que sugiere este tipo de vinculaciones. ¿Qué hacer para lograr que no se nos pasen todas las buenas noticias de la literatura en español? El contexto al que aludo es amplísimo, pues abarca toda la América española y España, una zona de hecho inabarcable por cualquier pobre lector individual. Borges reseñó al mexicano Maples porque nuestro paisano le envió su libro, el trámite fue directo. Ahora bien, en un mundo lleno de información y por ello, paradójicamente, tendiente a la desinformación por culpa del exceso de noticias, desde hace muchos años me he obligado a diseñar un mínimo plan de ataque cuya graficación tiene la forma de triángulo escaleno: para abarcar todo lo que deseo, elegí México, España y Argentina como ángulos. Son, con enormes lagunas sin embargo, las tres literaturas que mejor conozco, pero sin que en su área interior sean menos valiosas las demás naciones. Quiero decir que atender mayoritariamente a la mexicana, la española y la argentina me permite expandir la recepción de noticias a la chilena, la uruguaya, la colombiana, la peruana…, y aunque nos llegue poco, no deja de interesarme la centroamericana, siempre olvidada, o la cubana, cuyos libros localizo sobre todo en la FIL Guadalajara. ¿Y la literatura de España? Es tan grande y poderosa que nadie podría abrazarla, pero de cualquier modo es pertinente tenerla sobre la mesa.

Abarcar todo lo que se produce en el inmenso triángulo que he imaginado es un ideal, jamás podrá ser una realización. Intentar esa mirada totalizadora nos lleva necesariamente a encontrar gratas, muy gratas sorpresas literarias.