Tenía cerca de tres semanas sin pasar por una esquina más
o menos habitual entre mis rutas y al pasar de nuevo por allí encontré con
sorpresa que habían levantado una nueva plaza comercial. Le faltaban los
acabados, pero ya estaba lista su estructura y buena parte del estacionamiento.
Esto me llevó a pensar en lo rápido que ha cambiado y seguirá cambiando la
fisonomía de la ciudad o al menos de varios de sus puntos, esos en los que de
repente aparece un nuevo Oxxo o, como ya dije, una flamante plaza comercial.
Calculo que en los más recientes veinte años se arraigó
entre nosotros el concepto de comercio en “plaza”. Creo que es calco, como
tantas otras cosas, de una modalidad norteamericana: juntar en un solo espacio
muchos negocios de diferente índole, y abrir para todos una zona común como
estacionamiento. Este “concepto” ha sido muy exitoso, por lo que se ve, ya que
no cesan de aparecer aquí y allá, lo que no deja de asombrar, pues según la
opinión de muchos analistas exprés de la política y la economía actuales, todo
se está yendo al carajo. No ha de ser tan así, pienso, si es imparable la
expansión de espacios para la compra y la venta de bienes y servicios,
evidencias de una realidad orientada hacia el consumo.
Un detalle me preocupa de esta irrupción frenética de
comercios en la modalidad de plaza, y a ellos sumaría las llamadas “tiendas de
conveniencia” como el Oxxo o el Seven Eleven. ¿En qué medida, para comenzar a
construirlas, demuelen patrimonio arquitectónico? Puede ser que en la
periferia, en las nuevas zonas residenciales, no haya mayor problema al
respecto, pero esto no ocurre en el centro de la ciudad, sitio donde todavía es
posible distinguir edificaciones con estilos que han marcado de algún modo el
aspecto de la urbe, como el art déco o el neoclásico.
Es de esperarse que la autoridad vigile la conservación
de edificaciones de esta índole, y más todavía que invierta en su remozamiento
cuando esto sea posible. El caso, por ejemplo, del hotel Galicia es
significativo, ya que su rescate y restauración permitiría conservar una
edificación que desde hace décadas caracteriza a la zona de la plaza de armas y
es parte casi imprescindible de la fisonomía torreonense.
Sé que en esto siempre hay debate, que el ímpetu de la economía suele pasar por encima de todo. Lo deseable es que no sea así, que las inclinaciones de la vida comercial para convertir a toda la ciudad en mall se vean alguna vez detenidas y, por qué no, contrariadas cuando lo que se busque tumbar sea muy valioso. Hay edificios que deben perdurar, mantenerse en pie y no llagar a ser, tarde o temprano, carne de Oxxo o plaza comercial.