miércoles, diciembre 21, 2022

Tremendo Mundial








Creo que no esperábamos mucho del Mundial 2022, y la sorpresa fue que nos sorprendió. Pese a los intereses económicos en juego y la idea de que esto mancha la pureza del deporte, lo cierto es que se trató de un torneo estupendo en lo futbolístico, una muestra de que en el planeta no hay espectáculo con mayor magnetismo que el futbol. Para mí, que soy un irremediable adicto a esta manifestación de la cultura humana, no hay duda ahora de que se trató de un Mundial increíble.

Lo fue desde el principio, con los tropiezos de Alemania y Argentina. Poco a poco veríamos que se trataba de un Mundial atípico no sólo por celebrarse en noviembre-diciembre, sino porque algunas selecciones, como las de Japón y Marruecos, pegaron un salto de calidad notable. En cuanto a México, soy de la idea de que su empate en el primer partido contra Polonia fue la causa principal de su tropiezo. Era un partido ganable, casi la única oportunidad de pasar a la siguiente ronda, y se desperdició. Luego nos topamos con una Argentina en apuros, urgida del triunfo, y hasta el final, contra Arabia Saudita, se levantó un poco la esperanza azteca, pero era tarde: el fracaso ya estaba cocinado.

Hubo partidos extraordinarios, y el de la final, que parecía resolverse de manera un tanto anodina, terminó siendo una batalla de golpe contra golpe, memorable, el escenario perfecto para la consagración definitiva de Messi y la elevación de Mbappé a la categoría de sucesor en el trono del mejor jugador mundial. Vaya partido. Hubo detalles —como el primer penal, muy dudoso, a favor a Argentina—, pero es un hecho que los sudamericanos dominaron todo el primer tiempo y buena parte del segundo. Fue hasta bien entrado el lapso complementario cuando apareció Francia en la figura de Mbappé, y allí el partido adquirió una coloratura que puedo calificar como épica si no fuera porque este adjetivo hoy es sinónimo de cualquier cosa, incluso de lo nada épico.

El debate sobre Messi contra Maradona y Pelé o, más acá, contra Cristiano Ronaldo, me parece insustancial, como escribí hace algunos años. ¿Es ya el mejor de la historia? Vi a Maradona y no dejo de pensar que el mejor fue él, pero, al menos para mí, da igual a esas alturas, pues la calidad es enorme e inmensurable. Ahora, como ocurre desde hace años, disfruté el esplendor de Messi, la fluidez de su juego, su pasmosa eficacia. No recordé a Maradona o a Pelé, y me dejé seducir por el genio rosarino. Celebro pues que sea campeón, haber visto su llegada a la cumbre, pues la copa del mundo era lo único que faltaba en sus abarrotadas vitrinas.

Un gran Mundial, en suma. Argentina supo conseguir el campeonato con futbol y agallas, y a esperar ahora otros cuatro años para volver a la maravilla del futbol expresado con la calidad y la pasión desplegadas en Catar: las máximas.