miércoles, diciembre 07, 2022

Intimidad de las “cartas de llamada”

 











Entre los muchos papeles que nos dejó —como su amigo Alfonso Reyes— el erudito jalisciense José Luis Martínez tenemos algunos relacionados con la Conquista y la Colonia. El más famoso es, sin duda, la monumental biografía sobre Cortés, verdadero pozo de información sobre la figura del extremeño que encabezó la expedición a tierras mexicanas. Otro libro sin duda meritorio es mucho más pequeño, un ensayo de divulgación que he leído con gratitud: El mundo privado de los emigrantes en Indias (FCE, 2007, México, 97 pp.).

Su brevedad permite leerlo en dos sentadas, y a esto ayuda la prosa limpia, sin aspavientos retóricos, del maestro Martínez. Digo que es un ensayo meritorio porque gracias a él podemos acceder, como en una amplia glosa, al libro Cartas privadas de emigrantes a Indias, de Enrique Otte. Lo que hace JLM es recorrer la correspondencia de españoles a sus parientes en Europa, las “cartas de llamada” de quienes radicaban en América (las Indias) y se veían forzados por muchas circunstancias a solicitar el viaje de los suyos a nuestro continente.

El valor de estas “cartas de llamada” radica en mostrar detalles de la vida privada de quienes las escribían y enviaban. Si la mayor parte del material epistolar que obra en los archivos de la conquista y la colonización se refiere a tratos de carácter comercial y burocrático, las cartas descubiertas y publicadas por Otte, y comentadas en este libro del Fondo por JLM, son un corpus documental abundante para configurar una idea de la circunstancia íntima de los españoles con radicación americana. Son 650 cartas, la mayoría enviadas desde Nueva España, Perú, Panamá, Potosí y Antillas. La fecha que abrazan va de 1540 a 1616, es decir, cuando ya ha llegado la tercera-cuarta generación de emigrantes.

JLM se mete en los entresijos de las cartas y ordena su examen por temas. Por ejemplo, entre las más numerosas están las de los maridos que solicitan a sus esposas el viaje a las Indias. También, las de los viejos que desean el brinco de sus hijos o sobrinos para que les ayuden en la decrepitud y de paso heredarlos. Los españoles de acá habían hecho fortuna, pero ni así ni con súplicas era fácil convencer a sus familiares. El viaje en aquellos tiempos era largo y peligroso, y no cualquiera se animaba a programarlo. Por ello, las “cartas de llamada”, además de tratar de persuadir a los destinatarios con mimos expresivos y hasta ruegos, dan instrucciones precisas sobre las providencias que los potenciales viajeros debían tomar antes de salir de algún pueblito español rumbo a la lejanía de las Indias. Se da el caso, incluso, de instruir sobre el “matalotaje”, es decir, sobre la cantidad y la calidad de los alimentos que se debían cargar para sobrevivir a la travesía atlántica (recordemos que no había embarcaciones de pasajeros, sino de carga de mercancías, y que en el trayecto no podían parar por chuchulucos en un Oxxo).

Hago una cita larga que da idea del tipo de emigrantes asentados en tierras de América y urgidos de tener cerca a los suyos: “Durante los primeros años de descubrimientos y conquistas, las oportunidades en las Indias eran para los aventureros y valientes. Una vez que se fueron consolidando los asentamientos, se abrió un enorme campo de posibilidades de mejoramiento sobre todo para quienes trabajaban con sus manos, para los hombres comunes, que dejaban una España empobrecida. Además de la agricultura y la minería, el comercio fue muy activo en los primeros años de las colonias, pese a las dificultades del comercio ultramarino. Y luego llegaron oficiales que encontraron oficiales y artesanos que encontraron también oportunidades abiertas: cantantes de iglesia, carreteros, maestros de obras, albañiles, pintores y doradores, sastres, gorreros, sederos, barberos, azulejeros, cereros, molineros, panaderos, expertos en batanes o curtidores, cinceladores y torneros. Todos ellos escriben a sus parientes en España invitándolos a venir a las nuevas tierras y pidiéndoles instrumentos y materiales para sus especialidades”.

Ellos, sobre todo hombres de trabajo, no nobles ni militares o eclesiásticos, son quienes redactaron las “cartas de llamada”. Lo hacen con sentido práctico, para tener con ellos a sus parientes, pero en el impulso de sus solicitudes no deja de asomar la oreja del sentimiento, la añoranza, el dolor producido por la soledad y u o la tristeza ante la posible negativa del corresponsal. En suma, El mundo privado de los emigrantes en Indias es otro de los buenos libros que nos dejó el prolífico maestro José Luis Martínez.