La crónica deportiva, como casi todo, se alimenta de la
novedad, y es insaciable. Además de fluidez y a veces buen timbre de voz (grave
para el beisbol, agudo para el futbol, sereno para la tauromaquia…), los
relatores deben hacerse notar por su creatividad a la hora de acuñar palabras o
frases con llegada al gran público, lo que a la larga muta a santo y seña del
personaje que fragua y populariza las mejores. Así como Ángel Fernández, el
todavía no superado cronista deportivo mexicano, amonedaba frases que quedaron
retenidos en la memoria de quienes ahora tenemos cincuenta o más años, los más
famosos aún activos tienen cada uno la suyas: Enrique Bermúdez: “Tirititito
nada más”, “donde las arañas hacen su nido” o “la danza del área”; Christian
Martinolli: “La terminó perdiendo” (terminó perdiéndola), “de qué te vas a
disfrazar”, “¡ah, no, bueno!” Gustavo Mendoza: “De pechito, papá”. Son marcas
personales, distintivos que los peculiarizan en el océano de la crónica
deportiva.
Hay palabras o frases, sin embargo, que un buen día
aparecen en algún relato y poco a poco son compartidas por todos. Las que
vienen configuran apenas una breve lista entre las que he pescado en la crónica
de los años recientes. Compruebo que no son palabras y frases de la vieja
guardia porque jamás las usaron Ángel Fernández, Fernando Luengas, Gerardo
Peña, José Ramón Fernández o incluso Emilio Fernando Alonso, que sigue activo
pero podemos considerarlo de una etapa más o menos lejana.
Buen pie. Tienen “buen pie” los jugadores que tocan bien,
que saben dar pases atinados, disparar bien hacia la portería, golpear de tres
dedos. En teoría todos los futbolistas, dado que el futbol es esencialmente
pedestre en el sentido anatómico del término, deberían tener buen pie, pero ya
sabemos que hay Picapiedras inhabilitados para dar correctamente un pase de
tres metros.
Como dios. Esta frase cuasiteológica es cada vez más
frecuente en la crónica. Creo que quien más la emplea es Luis García. Se usa
cuando un jugador resuelve algo de manera impecable: un remate de cabeza con el
giro exacto de cuello, un chanflazo al ángulo, el control dirigido de un cambio
largo de juego, son ejecuciones perfectas, realizadas “como dios”.
Convertir. Antes se anotaban, se metían o se hacían goles
(“Fulano sabe hacer goles”, dice Orvañanos). Hoy también, cuando alguien anota,
“convierte”. Creo que se trata de un préstamo de la relatoría argentina. De
hecho, llamar “relator” al cronista de futbol también es un empréstito de allá.
Cortar circuitos. Se refiere a impedir que un equipo
conecte sus líneas, es decir, que la defensa pase bien el balón a la media y
ésta a la delantera, lo que frustra el arribo a la meta enemiga.
De una. Frase ya aclimatada en buena parte de nuestra
crónica. Es tomar una decisión sin titubear, como viene, como cuando se ejecuta
un remate de botepronto o un pase de primera intención.
Descargar. Cuando un jugador tiene el balón y los rivales
le cierran las salidas, ahora ya no da un pase de apoyo a su compañero, sino
que “descarga”, se quita la pelota de encima y permitir que su equipo siga con
el control de la jugada.
Espejear. Como bien se sabe, el futbol es un deporte en
el que se necesita mirada periférica, ya que los rivales pueden aparecer en
cualquiera de los 360 grados de la realidad; por ello se ha puesto de moda esta
metáfora automotriz: así como “espejeamos” al conducir un auto o una moto, el
jugador debe mirar hacia los costados, y si se puede también hacia atrás, para
saber si le conviene o no correr, detenerse, saltar, fintar o deshacerse del
balón. Un jugador que sabe espejear, se supone, anticipa, a veces por milésimas
de segundo, las acciones del rival.
Futbol
champagne. Frase cliché del Kikín Fonseca. Significa futbol elegante, muy
técnico y vistoso, precisamente lo contrario al futbol que jugó el Kikín
Fonseca.
Gesto técnico. Se trata de una jugada en la que el
futbolista deja ver gran dominio, finura, control y rapidez, todo al mismo
tiempo. Como matar de pecho un balón, rematar de escorpión, hacer un pase de
“inglesa” o una “elástica” que deje frito al enemigo.
Recambio. No entiendo bien su uso. Los narradores y los
comentaristas suelen habilitar esta palabra que, a mi parecer, no añade nada a
“cambio”. Dado el prefijo reiterativo “re”, da la impresión de que un cambio
volvió a ser cambiado, pero en el futbol esto no puede ocurrir. Podemos afirmar
que “cambiaron” al que entró de cambio, no que lo “recambiaron”. Para que lo
“recambien” tendría que haber entrado de cambio un par de veces, y esto es
imposible.
Revulsivo. El DRAE señala: “Dicho de una persona o cosa:
Que provoca una reacción brusca, generalmente con efectos beneficiosos”.
Se trata pues de los cambios que sí funcionan, tanto de estrategia como,
principalmente, de jugadores. Quien más la usa es Hugo Sánchez, siempre con
acento madrileño.
Vacunar.
Es anotar gol. Creo que también es un préstamo de la crónica sudamericana. En
este caso se anticipó a la omnipresencia de tal verbo en el contexto de la
pandemia.