Hoy a las siete de la tarde en la biblioteca municipal José
García Letona ubicada en la alameda de Torreón, la maestra Silvia Castro y yo
presentaremos Cronistas, historiadores y
crónicas, libro más reciente de Saúl Rosales. Este nuevo título contiene un
amplio y documentado estudio preliminar en el que el autor detalla el ser de la
crónica en tanto género periodístico-literario, además de un apartado aún más
amplio que alberga 26 crónicas escritas por el mismo autor y cuyos títulos —al
menos muchos de ellos— dejan ver claramente que estos textos se refieren a
hechos y personajes del entorno en el que vivimos: “Septiembre de las inundaciones del Nazas”,
“Torreón de identidad de ladrillo”, “Reencuentro con el arte de Pilar Rioja”,
“Moreleando edición 2013”, “Rusos en la estepa del Nazas”…
En su advertencia, el escritor lagunero señala que “Este libro pretende contribuir a que se reinstaure la auténtica
crónica en ciudades, pueblos, aldeas, congregaciones —que las hay, y tienen sus
‘cronistas’— y villorrios, con el propósito de que se enriquezca su historia”.
Para él, los cronistas investidos oficial o extraoficialmente como tales han
cumplido una labor más cercana a la del historiador que a la del cronista, como
extralimitados o al menos imprecisos en sus funciones.
Para establecer
los cuadrantes de la crónica, el autor recurre principalmente a las mojoneras
colocadas por los soldados y misioneros de Indias, hombres que en algún momento
de sus aventuras americanas le asignaron un nombre a eso que escribían:
crónica, choronica o coronica, indistintamente, obras que daban fe del
acontecimiento en marcha y que hoy sirven a la historia como auxiliares en la
reconstrucción de aquel pasado sin más testigos que ellos mismos, es decir, sin
los poderosos medios de comunicación que hoy acompañan casi cualquier andanza
humana.
“… de dónde proviene el
gusto por llamar cronista al historiador y por qué el ‘cronista’ no escribe
crónica, sino historia”, es la idea que trata de aclarar el autor en su
pormenorizado prefacio. “Para mí, pues, la crónica no es la evocación histórica
ni la recuperación escrita de hechos del pasado lejano o más o menos inmediato,
sino la reseña del presente”, observa un poco más adelante.
Tuve el gusto de
trabajar con Saúl Rosales en la edición de este libro, y ahora me complace saber
que lo presentaré. Su contenido es valioso, un aula, para cualquier lector,
pero más para quienes hayan sentido alguna vez el deseo de escribir sobre lo
inmediato.