sábado, febrero 03, 2018

De burlas veras















Mi teoría sobre el uso de las redes sociales se basa en una idea que puede caber en la locución adverbial “de burlas veras”. Una locución adverbial es una frase que hace las veces, claro, de adverbio, es decir, modifica un adjetivo o un verbo. Doy dos ejemplos callejeros: “de perrote” y “a huevo”, locuciones que suelen modificar a los verbos “ir”, “estar” y “hacer”: “fui de perrote al cine” (la locución adverbial modifica al verbo “ir”) o “hice la tarea a huevo” (modifica al verbo “hacer”). Hay muchísimas locuciones adverbiales y de otros tipos, pero basten estos ejemplos para explicarlas.
“De burlas veras” es más culta. Suele ser usada para modificar al verbo “decir”: “lo digo de burlas veras”. ¿Qué quiere decir esto? Bien, hablar “de burlas veras” es hacerlo a medio camino entre la broma y la solemnidad, ni muy muy ni tan tan, que por cierto es otra locución. Así entonces, cuando escribo para las redes, esos cajones de sastre de la comunicación actual, lo hago zigzagueando entre lo serio y lo lúdico, tanto que a veces, sospecho, no se nota la delgada frontera entre un lado y el otro de la misma moneda.
Hace poco, por caso, aproveché una de mis ventanas internéticas para soltar esta cosa: “Se me ocurrió una idea que quizá puede funcionar. Es ésta: que los escritores hagan lo mismo que los luchadores cuando se retiran de la vida pública o cuando de plano mueren. Como sabemos, los luchadores que han envejecido, se han retirado o han muerto descubrieron que su nombre era en sí el negocio, de suerte que hay o ha habido Hijo del Santo, Blue Demon Jr., Espanto II, Doctor Wagner Jr., etcétera. Si los escritores hicieran lo mismo, tendíamos a Juan Rulfo Jr., al Hijo de Carlos Fuentes, Octavio Paz II, etcétera. No sería tan difícil que esos herederos (que pueden ser o no ser hijos directos) escribieran igual que sus padres, pues todo es que lean y relean la obra de sus predecesores hasta que se les pegue el estilo. Esto podrían reforzarlo con algo parecido a lo que sugiere Pierre Menard: que el epígono trate de vivir cierta vida afín a la del prototipo. Por ejemplo, que el Rulfo Jr. se dedique un tiempo a vender neumáticos Goodrich-Euzkadi por toda la república y luego encuentre trabajo en una dependencia de gobierno dedicada a los asuntos indígenas. Creo que así se garantizaría la perdurabilidad de los grandes escritores y sería más fácil y menos polémico asignar las becas del SNCA”.
Increíble, asombrosamente, algunos me reclamaron, pues les pareció una idea descabellada.