Futbol y política no son necesariamente sinónimos de deporte y concertación. A veces, con más frecuencia de la deseable, ambas actividades equivalen a violencia, a veces a violencia extrema. Ambos, el futbol y la política, son los temas vertebrales que, paralelos, atraviesan Predrag. Ángel del exterminio, novela corta de Daniel Salinas Basave (Monterrey, 1974).
Este es el primer libro que de él
he leído, y no me tiembla el teclado al afirmar que es una grata, gratísima
sorpresa. No debería serlo tanto, pues su segundo apellido anuncia de entrada
algo: Daniel Salinas es nieto del filósofo y cervantista Agustín Basave
Fernández del Valle, y sobrino de Agustín Basave, polítólogo e
historiador. Reportero y escritor, Salinas
Basave ha publicado libros como Mitos del
bicentenario, La liturgia del Tigre
Blanco (biografía sobre Jorge Hank Rohn), Vientos
de Santa Ana y Dispárenme como a
Blancornelas, además de haber ganado premios importantes como el Gilberto
Owen, Malcolm Lowry, José Revueltas y Sor Juana Inés de la Cruz.
En Predrag, novela corta que da la impresión de no serlo acaso por la
densidad de datos que la informan, accedemos a una especie de relato biográfico
narrado en segunda persona, perspectiva que, recordemos, usó Fuentes en la nouvelle Aura o Rulfo en el cuento “Acuérdate”. Ya desde allí, sostenido con
solvencia por el autor, ingresamos a su tono peculiar, envolvente: las acciones
que realiza Predrag nos pasan rozando porque sentimos que nosotros, como
lectores, en realidad somos el propio Predrag respirando el ensangrentado aire
balcánico de los noventa.
Cuando nos enteramos de quién es nuestro
(aquí el posesivo es casi literal) personaje, ingresamos al infierno encarnado
en un solo sujeto: Predrag Jerkovik es
un fanático (también esto es literal) del Estrella Roja de Belgrado. Desde niño
hasta los veinte años, su único objetivo en la vida consiste en la banalidad de
defender los colores de ese equipo hasta donde es posible: asistir al estadio,
gritar, emborracharse, fumar mariguana y al final de cada partido tratar de
apalear a los aficionados enemigos sobre todo si adhieren al Partizán, sus más
enconados rivales. Predrag es un veinteañero alto, blancuzco, feo y
absolutamente entregado al ocio. Estamos en los albores de la década de los
noventa y Yugoslavia comienza a desgajarse, el nacionalismo serbio, encabezado
por Slobodan Milošević, hace de las horrendas suyas y no pasarán sino meses
para que los Balcanes se conviertan en un pandemonio en el que sin misericordia lucharán
serbios, croatas, eslovenos, bosnioherzegovinos y montenegrinos.
Poco antes de que estalle la
guerra yugoslava, un grupo paramilitar ultranacionalista de Serbia detecta y recluta
a un aficionado nada tierno del Estrella Roja, precisamente Predrag. El
comando, encabezado por Željko Ražnatovi, alias Arkan, ve en las tribunas que el joven
tiene talento para la violencia y conjetura que servirá a la perfección en las
labores de limpieza étnica que requieren los serbios contra los croatas.
Gradualmente, sin que desaparezca por completo el futbol, vemos los avances de
Predrag: de ser una bestia en la hinchada del Estrella Roja pasa a convertirse
en un asesino con Kaleshnikov y violador difuso al servicio de una causa
nacionalista de la que entendía poco o nada, pues su interés se movía hacia otras
direcciones: “Estar en guerra significaba descargar. Descargar tu AK-47 y descargar tu pene una y
otra vez”.
La conflagración en los Balcanes,
lo sabemos, fue una carnicería. La OTAN intervino con bombardeos en Belgrado y
algunos años después Milošević fue detenido y llevado a La Haya acusado de crímenes de
lesa humanidad. Ya antes Arkan se había enriquecido con botines de guerra y afianzado
su liderazgo, aunque estaba impedido de salir de Serbia debido a que también
pesaban sobre él acusaciones de genocidio. Predrag pasa entonces a formar parte
de su custodia y, con el tiempo, Arkan le encomienda cuidar la espalda de sus
hijos y de su esposa, la famosa cantante Svetlana Ražnatović, mejor conocida en la farándula como
Ceca, un bombón.
Impresiona en Predrag. Ángel del exterminio, su malicia sinecdóquica: revela el todo por la parte,
pues al seguir los turbios pasos de Predrag, al verlo “evolucionar” de don nadie
hasta lo que llegó, en el trayecto pasamos sustanciosa revista a uno de los
conflictos bélicos más despiadados del siglo XX. Daniel Salinas Basave ha
convocado en esta novela, por todo, sus dos principales destrezas: la de reportero
que sabe investigar y la de escritor que sabe relatar. A ellas sumemos, por si
fuera poco, la de aficionado que sabe subrayar el flanco político, social y
mafioso del futbol.
Predrag. Ángel del exterminio, Daniel Salinas Basave, Editorial Artificios (colección
En la mira), Mexicali, 2016, 88 pp. Edición de Elba Cortez y Rafael Rodríguez.