Las iniciales que encabezan este texto significan Hoy no se fía, libro que recién, en septiembre, cumplió quince años. Quince años que, ahora lo veo así, se han ido en un parpadeo. Recuerdo que ese libro fue el segundo que organicé con material del taller literario de la Universidad Iberoamericana Torreón, entonces y ahora la universidad que más publica en La Laguna. El primer libro del taller llevaba un título sugerente: Alba de la semilla, una metáfora que se me ocurrió para insinuar que la semilla (es decir, el joven escritor) apenas estaba amaneciendo, apenas veía el alba.
Hoy no se fía fue un libro
más hecho en formato y, principalmente, en contenido. Reunió al club de Toby
que en aquel entonces era el mencionado taller, y al revisar sus páginas
advierto que todos, para mi nada secreto orgullo, siguieron el camino de la
escritura. Los menciono a la carrera. Miguel Báez Durán, quien radica en Montreal
desde hace más de diez años, ha publicado ya varios libros de narrativa y
crítica de cine (Miel de maple, Vislumbre
de cineastas...); sé, porque sigue siendo mi amigo cercano, que su trabajo
todavía inédito es amplio, y en esto incluyo su crítica “ocasional” de cine,
tan bien escrita e informada que no desencajaría en recipiente de libro. Daniel
Herrera ha trabajado con ganas y hoy es ya un narrador más que estimable; sus
libros Polvo rojo, Melamina y
(recientísimo) Quisiera ser John Fante
acreditan su vena como constructor de ficciones agrias y divertidas. De Daniel
Lomas puedo decir que me gusta todo lo que ha publicado; no es mucho, pero
tiene una calidad digna de observación; su poemario Una costilla de la noche, su novela Morena de mar y su libro de cuentos Tres balas de juguete testimonian una bien afinada vena creativa.
Rodrigo Pérez Rembao acaba de ser integrado a la antología Norte, de cuentos, preparada por Eduardo Antonio Parra y publicada
con el sello de Era; le perdí un poco la huella, vive en el DF, trabaja como
periodista en revistas especializadas y sé que también sigue escribiendo
narrativa. Por su lado, Enrique Sada es columnista en este diario y no deja de
estar cerca de su principal interés: la historia de México en el siglo XIX,
sobre todo en la franja que se refiere a nuestra independencia. Por último,
Édgar Salinas Uribe, quien ha dedicado sus afanes de escritura al periodismo de
opinión (también colabora en este diario), el ensayo histórico-sociológico y la
narrativa.
Todos,
pues, siguen en esto, escribiendo. Hace quince años yo deseaba que fuera así, y
así fue.