Sabemos
bien que en muchas entrevistas hay preguntas de cajón y respuestas de cajón,
cliché puro. Por ejemplo, al escritor: ¿cómo se inspira para escribir? O al
futbolista al final de un juego: ¿qué le pareció este partido? También sabemos
cuando la entrevista podría ser incómoda para el entrevistado y, al contrario,
es un merengue; el ejemplo que me viene a la cabeza es la ya legendaria pregunta-afirmación-lambisconeo
de Lilly Téllez a Peña Nieto: “¿Por qué usted sí se atrevió a apostar todo su
capital político por esta reforma energética, que creo es la más importante, la
que transforma al país?” Es casi imposible ponerse más a modo de tapete.
La
importancia de las preguntas en fundamental a la hora de entrevistar, claro. De
hecho, preguntar, o hacerse preguntas, buscar la pregunta fundamental, es clave
en el proceso de investigación. Tal es precisamente la hipótesis presente en
cualquier trabajo que pretenda alcanzar una verdad, por mínima que parezca.
Todo parte pues de la pregunta adecuada, no de cualquier ocurrencia más o menos
interesante.
Traigo
un buen ejemplo de pregunta adecuada. Nexos
publicó una vieja entrevista a García Márquez; la hizo Orlando Castellanos
hacia 1976 en Radio Habana, y en una de sus partes el escritor colombiano se
refiere al reportaje El relato de un
náufrago. Cuenta quien poco después de aquel diálogo sería premio Nobel que
luego de que el náufrago llegó a la costa colombiana, todo el periodismo local
lo abrumó y convertido en héroe nacional aparecieron decenas de notas
deshilachadas, sin ton ni son. El tema, por supuesto, se agotó en seguida, el
lector perdió interés en el famoso náufrago y el acontecimiento se vio
condenado al olvido.
El
náufrago, sin embargo, quería hacer un poco más de plata con su historia y para
lograrlo se presentó en el periódico donde trabajaba García Márquez. Fue
atendido por el director, quien recibió la oferta: por tres mil pesos
colombianos el sobreviviente contaba toda la historia. El director dudó, casi
dijo que no pero se arrepintió y de inmediato dijo que sí. Luego buscó a García
Márquez y le soltó: “Tú haz lo que puedas con él”. El novelista —formado en el
periodismo, en la calle—, concluyó: “Entonces yo me hice una pregunta que era
fundamental en este caso: ‘Este hombre estuvo catorce días en el mar… ¡Algo
tuvo que hacer en estos 14 días. No se puso a dormir ni a mirar el cielo. Algo
tuvo que hacer para sobrevivir!’”. Lo que hizo el náufrago es, también lo
sabemos, un portento de reportaje firmado por GGM.