miércoles, septiembre 09, 2015

Renovadas largas al asunto















El mecanismo de procuración de justicia en México es un engranaje perfectamente lubricado para entorpecer, embrollar, dilatar, opacar y, al final, desaparecer toda posibilidad de encontrar culpables sobre todo cuando hay indicios de participación del Estado o intereses del grupo mafioso habitualmente conocido en México como gobierno. Lo ha demostrado en muchas ocasiones: ocurre algo —por ejemplo el asesinato perpetrado contra Colosio— y el engranaje actúa de inmediato: se resguarda a los implicados, se altera la escena del crimen, se emiten datos a cuentagotas, se siguen líneas de investigación que sólo tienen de serio llamarse “líneas de investigación”, se adulteran los peritajes forenses, se invoca al narco y se eligen “fiscales especiales” que equivalen a muppets con corbata.
El caso de la masacre en Iguala no es la excepción. Cuando el procurador (hoy ex) Murillo Karam dio a conocer las conclusiones a las que llegó el trabajo de la PGR, es decir, la famosa “verdad histórica”, era obvio que se trataba de una versión torcida, pues su dato esencial, la incineración de los cuerpos, no se atenía técnicamente a nada, salvo a la más siniestra ficción. La lógica lo contradecía: cremar un cuerpo, convertirlo en cenizas, requiere condiciones peculiares y tan ceñidas a cierto procedimiento que pensar en la incineración de 43 al aire libre parecía, porque lo es, un dislate macabro y una falta de respeto criminal a los mexicanos.
La idea del gobierno se apegó a la lógica anotada en su manual de operaciones: dar una versión que pareciera concluyente, la que fuera, para sofocar la irritación social en ascenso, luego remover al procurador, apuntalar mediáticamente la fabulación y ganar tiempo, todo el tiempo que fuera posible y con la fe puesta en el olvido, ese olvido que en México suele curar todos las dolencias políticas.
Por la gravedad de los hechos y lo grotesco de su “solución”, sin embargo, miles de mexicanos siguieron inconformes tanto en las calles como en algunos medios periféricos y en las redes sociales. Ayotzinapa no se apagó con el carpetazo disfrazado de Murillo Karam. Ahora, tras el informe del GIEI, terminó el tiempo ganado gracias a la “verdad histórica”, y el engranaje ha vuelto a operar: el señor presidente de los Estados Hundidos Mexicanos ya ordenó que sean tomados en cuenta los “elementos” de la investigación independiente que al final, de todos modos, cierto que tiene diferencias con respecto de la oficial, pero nada que no pueda ser “superado” sobre todo si se le dan renovadas largas al asunto.