miércoles, septiembre 23, 2015

70.10















Sigo sin entender por qué toleramos a estos ladrones y asesinos en el poder. Mientras contemplamos la fantasmagoría de gobierno que representan, el hombre “de pata en el suelo”, como diría Yupanqui, se debate ya no en la angustia por comprar unos zapatos nuevos o levantar otro cuarto en el patio para los niños que van creciendo, sino en lo elemental: en comer. El hijodeputismo que trasuda el nuevo salario mínimo sigue siendo la mejor muestra de que el país está roto, partido en dos: en un lado están ellos; en el otro, los trabajadores diariamente expoliados.
La Constitución dice lo que todos sabemos: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”. Con 70.10 pesos es imposible mantener no a una familia, sino a una persona, incluso si esa persona es el niño más austero del mundo. No es necesario hacer cuentas: es imposible convencer a alguien (a menos que ese alguien sea un cínico o un criminal) de que el salario mínimo alcanza siquiera para alimentar a una persona, de suerte que es vulgar y ofensivo argumentar desde el poder la viabilidad siquiera limitada e irrisoria del salario mínimo.
Ya sabemos que la Constitución dice una cosa y la realidad otra. Estamos en México, y en México lo más común es disociar la letra legal de los hechos cotidianos. La conclusión que saco de esto es, creo, la más simple y por ello la menos visible: nuestros gobernantes salen todos los días a convencernos de que están trabajando por los mexicanos, cierto; nosotros podríamos dudar y al final concederles el beneficio de esa duda. Pero lamentablemente no hay margen para la vacilación. Es imposible dudar de su ineptitud y su protervia en todos los sentidos. Si no han sido capaces de garantizar lo elemental, es decir, el abasto de comida suficiente y digna para una familia gracias al salario mínimo, ¿cómo van a garantizar otros derechos más complejos como la educación, la salud, la justicia y demás?
Los 70.10 pesos diarios de salario mínimo (4.10 dólares diarios) para el trabajador y sus dependientes son el agravio más grande que se le puede hacer a los mexicanos. Es un crimen que arrasa con todo mientras los cínicos que nos gobiernan todavía se atreven a hacer declaraciones.
El hambre no admite palabrerío. El hambre es un crimen.