A ver, vayamos por partes, como dice el Pozolero: ¿qué de raro tendría que los gringos metieran mano negra en una reforma energética que a los primeros que beneficiaría sería a los mismos gringos? Nada. De hecho, es hasta natural que hagan eso, pues no hacerlo es lo que en efecto atenta contra sus intereses. El injerencismo yanqui jamás se ha detenido, ni se detendrá, por escrúpulos diplomáticos y otras yerbas. Aquí y en China, pues, están presentes y son los amos y señores del lobby arrasatorio.
Si
lo hacen a miles de millas de distancia, en las islas del Pacífico, con mayor
razón lo harían y de hecho lo hacen —desde que México es México— con México. La
política exterior de la principal potencia del planeta tiene siempre una
primera asignatura, y es nuestro país, así que nada tiene de raro lo que
expresan los correos electrónicos desclasificados en EU sobre la reforma
energética mexicana: que Hillary Clinton, ex secretaria de Estado
norteamericana, y otros funcionarios también de EU ayudaron a formatear la entrega
del principal patrimonio de los mexicanos a los postores que en el futuro haya.
Nada
asombra entonces lo que debemos dar por hecho, es decir, la permanente
intromisión del monstruo en asuntos teóricamente ajenos. Lo que asombra está en
otra parte: que puestos en circulación pública los mensajes privados, los mails
balconeadores, no haya en México más brotes de irritación que los previsibles,
es decir, dos o tres maquinazos periodísticos que hacen énfasis en el crimen de
leso patrimonio nacional sin que el ex abrupto llegue a mayores. Los grandes
medios, claro, no harán eco de nada porque parte de su juego consiste en
adecentar, sobre todo con silencio y minimización, el desprolijo modo de administrar
lo que nos queda de soberanía.
El
que sí salió al dudoso quite fue el secretario de Energía, Pedro Joaquín
Coldwell, quien calificó de invento de día de los inocentes una simple
documentación desclasificada. En lugar de asumir el rol de vendepatrias que
evidencia la papelería exhibida, el responsable de la secretaría dedicada a
nuestros recursos energéticos saltó al ruedo sólo para declarar, con
cuestionable orgullo, que la reforma es un producto totalmente mexicano. Si de
verdad lo es y ahora está en duda, ¿por qué no desclasificar las minutas que
dan cuenta de todos los considerandos y los actores inmiscuidos en la reforma? Como
siempre, en México se aclara todo con mensajes nebulosos y con chistes.
Mientras los ciudadanos no entendemos o reímos, todo sigue su marcha firme
hacia el carajo.