Soy un hombre de poca fe. Ayer, luego de oír al secretario Carstens en la entrevista que concedió a Loret de Mola, no pude albergar en mi corazón escéptico más que imágenes de horror ante el catarrito que devino pulmonía. ¿Qué nos depara el marrano porvenir? ¿En dónde topará la crisis de los mercados que hace colapsar sobre todo a las economías de los países arrabaleros? Estoy temblando, y lo peor es que soy hombre de poca fe, así que ni siquiera cuento con el refugio de una divinidad que me cubra con su poderoso manto. Al estar perdido y no saber qué camino me trajo hasta aquí, deambulo por la red y leo una nota que me da consuelo: Guillermo López Langarica, mejor conocido en el bajo mundo del YouTube como el “Canaca”, ha sido canonizado por el pópulo y tal vez él me pueda arropar con su santa y protectora playerita del Atlas.
Como todo buen ocioso sabrá, el susodicho Canaca fue catapultado a la fama gracias al YouTube, sitio al que subieron la nota de un programa sensacionalista especializado en el abordaje de briagos que públicamente brindan escenas de impudicia y liviandad. El Canaca despliega tan brillante sarta de disparates que deja a Cantinflas en calidad de Cicerón. Bien pedernal, ya neutralizado por la chota, López Langarica responde con las patas el interrogatorio de un periodista. Entre otras perlas declara (eso hay que oírlo, no leerlo) que es hijo de su papá, da una dirección que más bien es número telefónico y se declara protegido de la CANACA, sigla de una organización que de seguro es menos influyente que el PUP (Partido Único de Pendejos). El caso es que, sin querer, se erige en pincelada alcohólica de nuestra idiosincrasia, en resumen de nuestros burdos ambages y nuestra prepotencia influyenciosa al movernos frente a los representantes de la ley, quienes también, por cierto, suelen ser unas fichitas. Con notable habilidad en la prestidigitación de la palabra, el Canaca sale por peteneras y elude las preguntas del reportero, cabecea, gesticula, muestra que cuenta con colmillo para el pretexto banal, enseña que es, en las broncas provocadas por andar en la parranda, “un colchón muy miao”, como dice sabiamente mi amigo Chema Iduñate. Al final, como corolario de su risible autodefensa, el Canaca mete la estocada y crea lo que a la postre se convertiría en una especie de sentencia, en argumento incontestable para criticar los abusos de la autoridad; dice: “¡Me amarraron como puerco!”. Nuevamente, la frase no dice nada si sólo la leemos. Su fuerza, de hecho, radica en la prosodia, en la manera rasposa, cruda, con la que enuncia la palabra “puerco”. Ese video fue suficiente para que el Canaca, fervoroso seguidor de una religión tapatía llamada “atlismo”, se convirtiera en unas cuantas semanas en icono del YouTube mexicano. Ya hay de él versiones en dibujo animado, un juego de video, parodias y todo tipo de recuerditos artesanales. Uno de ellos es la oración que lo presenta como San Canaca, con una caguama en la mano y en vez de angelitos un par de cerdos alados: “¡Santo apóstol!, San Canaca, fiel siervo y amigo del YouTube! La web te honra e invoca universalmente, como el patrón de los virales. Ruega por mí, evita que me amarren como puerco. Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido (de tus palancas en la CANACA) porque tu eres 'el hijo del papá'. Ven en mi ayuda, no dejes que me agarre la antialcohólica, no me dejes caer en las garras de alguna televisora local o un video de celular, ayúdame a evitar esos 15 minutos de fama en el you tube para que pueda recibir consuelo y socorro particularmente (haga aquí su petición); te doy las gracias glorioso San Canaca, y prometo nunca olvidarme de tu glorioso video, honrarte siempre como mi patrono especial y como agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu video. Amén”. A San Canaca me encomiendo; que el alcohol nos ayude a no sentir los efectos del catarrito.
Como todo buen ocioso sabrá, el susodicho Canaca fue catapultado a la fama gracias al YouTube, sitio al que subieron la nota de un programa sensacionalista especializado en el abordaje de briagos que públicamente brindan escenas de impudicia y liviandad. El Canaca despliega tan brillante sarta de disparates que deja a Cantinflas en calidad de Cicerón. Bien pedernal, ya neutralizado por la chota, López Langarica responde con las patas el interrogatorio de un periodista. Entre otras perlas declara (eso hay que oírlo, no leerlo) que es hijo de su papá, da una dirección que más bien es número telefónico y se declara protegido de la CANACA, sigla de una organización que de seguro es menos influyente que el PUP (Partido Único de Pendejos). El caso es que, sin querer, se erige en pincelada alcohólica de nuestra idiosincrasia, en resumen de nuestros burdos ambages y nuestra prepotencia influyenciosa al movernos frente a los representantes de la ley, quienes también, por cierto, suelen ser unas fichitas. Con notable habilidad en la prestidigitación de la palabra, el Canaca sale por peteneras y elude las preguntas del reportero, cabecea, gesticula, muestra que cuenta con colmillo para el pretexto banal, enseña que es, en las broncas provocadas por andar en la parranda, “un colchón muy miao”, como dice sabiamente mi amigo Chema Iduñate. Al final, como corolario de su risible autodefensa, el Canaca mete la estocada y crea lo que a la postre se convertiría en una especie de sentencia, en argumento incontestable para criticar los abusos de la autoridad; dice: “¡Me amarraron como puerco!”. Nuevamente, la frase no dice nada si sólo la leemos. Su fuerza, de hecho, radica en la prosodia, en la manera rasposa, cruda, con la que enuncia la palabra “puerco”. Ese video fue suficiente para que el Canaca, fervoroso seguidor de una religión tapatía llamada “atlismo”, se convirtiera en unas cuantas semanas en icono del YouTube mexicano. Ya hay de él versiones en dibujo animado, un juego de video, parodias y todo tipo de recuerditos artesanales. Uno de ellos es la oración que lo presenta como San Canaca, con una caguama en la mano y en vez de angelitos un par de cerdos alados: “¡Santo apóstol!, San Canaca, fiel siervo y amigo del YouTube! La web te honra e invoca universalmente, como el patrón de los virales. Ruega por mí, evita que me amarren como puerco. Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido (de tus palancas en la CANACA) porque tu eres 'el hijo del papá'. Ven en mi ayuda, no dejes que me agarre la antialcohólica, no me dejes caer en las garras de alguna televisora local o un video de celular, ayúdame a evitar esos 15 minutos de fama en el you tube para que pueda recibir consuelo y socorro particularmente (haga aquí su petición); te doy las gracias glorioso San Canaca, y prometo nunca olvidarme de tu glorioso video, honrarte siempre como mi patrono especial y como agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu video. Amén”. A San Canaca me encomiendo; que el alcohol nos ayude a no sentir los efectos del catarrito.