Muchos periodistas tienen la amabilidad, exagerada a veces, pues no falta que quieran dialogar conmigo sobre temas que sólo conozco muy por encimita, de buscarme para obtener opiniones relacionadas con la coyuntura informativa. En general, ellos lo saben, no le saco al toro, salvo, como digo, cuando percibo que charlatanizaré el asunto a debatir. Hace algunas semanas, Iván Hernández, reportero de La Opinión y poeta todavía desconocido, pero excelente ya, me convidó a responder unas preguntas sobre los resultados obtenidos en la prueba Enlace dentro del área de español. Ese diálogo internético sirvió para alimentar una pequeña nota, es cierto, pero creo que las respuestas cuadran para armar una columna, ésta que aquí estoy fritangueando en sábado de holganza y recalentado. Ofrezco entero el diálogo que sostuvimos vía mail:
Un 65.7 por ciento de los estudiantes de primarias coahuilenses examinados por Enlace 2008 se ubicaron en los niveles de conocimiento insuficiente (18.2%) y elemental (47.2%) de la materia. ¿Qué podemos entender por un conocimiento elemental del español?
No sé con exactitud qué debemos entender por “insuficiente” o por “elemental”, pero si esos parámetros se ciñen al significado que habitualmente les damos a tales palabras, parece que los porcentajes son desalentadores. No extraña que esto ocurra con la materia de español, dada la indiferencia con la que nuestra sociedad suele ver el aprendizaje del idioma local. Por décadas ya, si una materia ha sido vapuleada es la de español, y lo digo no sólo por lo que ocurre en las aulas, sino en todos los ámbitos de nuestra vida. Basta observar el empleo rudimentario del castellano en los medios de comunicación para que comprendamos los niveles alcanzados por la prueba Enlace en esta disciplina. El resultado me parece muy congruente con lo que podemos advertir sin necesidad de instrumentos de medición sofisticados.
¿Sirve tener un conocimiento elemental de la materia para garantizar el desarrollo intelectual e individual de la persona?
Hay materias permanentemente cuestionadas, como la de español. Algo parecido les ocurre a la historia y a la literatura, a las humanidades en general. La gente se pregunta para qué demonios sirve, qué deja, qué produce. Lo extraño es que hacen todos esos cuestionamientos por medio de la palabra, es decir, que no advierten que sin ella, sin la palabra, no se podrían hacer críticas ni análisis ni nada parecido, de ahí que deban reparar en el valor de la expresión hablada y escrita como bases de la comunicación. Explicar la importancia del español es más complejo, porque debemos explicar primero la importancia de cualquier proceso eficaz de comunicación. No voy tan lejos: tratemos simplemente de decir algo sin palabras ni señas (las señas también tienen una traducción inmediata a palabras, como cuando hacemos la mímica de “adiós”) y veremos que es imposible. Eso nos puede hacer ver que el idioma es fundamental, la base de cualquier comunicación.
Hay materias permanentemente cuestionadas, como la de español. Algo parecido les ocurre a la historia y a la literatura, a las humanidades en general. La gente se pregunta para qué demonios sirve, qué deja, qué produce. Lo extraño es que hacen todos esos cuestionamientos por medio de la palabra, es decir, que no advierten que sin ella, sin la palabra, no se podrían hacer críticas ni análisis ni nada parecido, de ahí que deban reparar en el valor de la expresión hablada y escrita como bases de la comunicación. Explicar la importancia del español es más complejo, porque debemos explicar primero la importancia de cualquier proceso eficaz de comunicación. No voy tan lejos: tratemos simplemente de decir algo sin palabras ni señas (las señas también tienen una traducción inmediata a palabras, como cuando hacemos la mímica de “adiós”) y veremos que es imposible. Eso nos puede hacer ver que el idioma es fundamental, la base de cualquier comunicación.
¿A que aspira un estudiante que posee conocimientos elementales del idioma, es puente para comunicarse y desenvolverse en la vida diaria?
La palabra necesaria para sobrevivir en la vida cotidiana suele no ser compleja. Unos cuantos sustantivos, unos cuantos verbos, unas cuantas preposiciones y adverbios aprendidos incluso sin escuela son suficientes para pedir un café o preguntar la hora. Por desgracia, el universitario tiene la obligación de trabajar con pensamientos abstractos, con conceptos de mayor complejidad. Para explicar, persuadir, aclarar, criticar, proponer, el profesionista debe dominar no sólo el instrumental lingüístico de su área, sino de todas las disciplinas que le sean afines o que se crucen con ella. A medida que el estudiante accede, pues, a las complejidades del lenguaje, en esa medida aumentan la hondura de sus juicios y la precisión de sus exigencias. La palabra es una generadora natural de preguntas, y las preguntas son el primer paso que damos hacia el conocimiento.
¿Aparte del puesto de reportero o conductor de noticieros, qué profesiones u oficios considera que podría desempeñar una persona con conocimientos elementales de español?
En la práctica, el conocimiento del español es necesario para todos, pues el idioma es la base de la cultura en la que nos movemos. Si alguien, además, le quiere sacar dividendo específico a ese saber, puede trabajar como escritor, corrector, editor, maestro, publicista, comunicador social y, aunque ustedes no lo crean y la realidad se obstine en contradecirnos, como político.
“Terminal”: nuevo colguije de Ruta Norte
Algunos lectores me han comentado que esta columna padece el vicio de la solemnidad, y me piden un poco de relax. No estoy de acuerdo. Sospecho que no es visible un tono dominante en este espacio, pues de lo grave paso a lo paródico, a lo irónico, a lo intelectualoso y a lo coloquial sin aviso previo y a veces hasta dentro de una misma entrega. Pese a ello y sólo por experimentar, propongo un nuevo espacio en Ruta Norte. No le tengo mucha fe, pero a ver si dura; si no, pues ni modo. Le llamaré “Terminal”, en alusión al destino final de los camiones. Es un homenaje en papel al Negro Dolina, escritor argentino que en su programa de radio (La venganza será terrible) tiene una atípica sección siempre iniciada con las palabras “en nuestra gustada sección…”. Como Dolina, trataré aquí todo lo que no alcance acomodo en otra parte: chistes, etimologías, anécdotas, observaciones gramaticales, epigramas, morralla de palabras que a falta de mejor lugar pueda caber en “Terminal”. Empiezo.
En nuestra gustada sección “Remedios caseros”, va: Científicos mexicanos han descubierto el remedio más económico contra la impotencia sexual: pensar mucho en algas.