Futbolero de siempre y metido hasta las orejas en el periodismo y la literatura, a principios de 1999 reparé en un vacío: la historia del Santos Laguna era un misterio. Pese a lo significativo que ya era el equipo en el imaginario colectivo lagunero, lo que se sabía sobre él era sumamente nebuloso y lo poco que hasta entonces se había escrito apoyaba sus afirmaciones (redactadas por lo general, además, con graves deficiencias) en la tradición oral. Me propuse, entonces, dedicar algunos meses de trabajo a investigar en firme la etapa más borrosa y dura del Santos, los primeros quince años de su historia. Quise que el resultado, para que fuera profesional, se basara en documentos, no en hablas, por eso hundí las manos en la crónica deportiva albergada en los tres periódicos locales de mayor circulación. La tarea no fue fácil; la investigación maduró a puro pulmón, sin patrocinios, aunque nunca dejaron de ser gratas las horas en las que puede ver cómo se aclaraba el pasado santista ante mis ojos. De ahí salió La ruta de los Guerreros, el primer libro sobre el tema. Me da gusto que gracias a su contenido hoy se celebre una fecha que hasta el 99 permaneció ignorada: el aniversario santista. Esa es la importancia, creo, de las fuentes primarias en el trabajo de investigación: desempolvan el pasado y tornan confiable el suministro de nueva información, que suele ser brumosa cuando se apoya sólo en la titubeante y olvidadiza e inventiva oralidad. Va la página del libro que corresponde a mi crónica de aquel día de hace 25 años:
“El domingo 4 de septiembre de 1983 La Laguna amanece con la buena nueva del cartel publicitario que pregona el acontecimiento: ‘Futbol-Futbol/ Hoy domingo/ Renace el futbol profesional para la afición lagunera’, decía el anuncio, y agregaba: ‘Inauguración de la Temporada/ 1983-1984/ 15:30 de la tarde/ Santos-IMSS Laguna/ Vs./ Bachilleres de la U. de G./ Numerados $250.00/ Sombra Gral. $200.00/ Sol $100.00/ Niños Sombra $50.00/ Niños Sol $20.00/ ¡Asiste y apoya a tu nuevo equipo de La Laguna!’.
Aquella tarde canicular el sol pegaba como suele pegar en el desierto irritila, pero no impidió que una buena cuota de aficionados asistiera a la apertura del torneo y al bautizo del club local. Acaso para simbolizar que el nuevo equipo no representaba a un solo municipio sino a toda una región, el acto inaugural fue concelebrado por los alcaldes de las ciudades-ombligo laguneras: Braulio Fernández Aguirre, de Torreón; Manuel Gamboa Cano, de Gómez Palacio, y Vicente García Ramírez, de Lerdo; en la ceremonia también participó Salvador Franco Morones, delegado del IMSS en Durango. Eran las 15:45 horas cuando los equipos entraron a la cancha; Santos Laguna, uniformado todo de blanco, pisaba por primera vez, oficialmente, la gramilla de su estadio. Se oyó el himno nacional; después, el presidente de Torreón pronunció las palabras inaugurales y de inmediato varios niños desfilaron con los nombres de los equipos que integraban la 2ª División ‘B’. Para hacer un énfasis de profundo cariz simbólico, los tres alcaldes patearon un saque inicial. Eran ya las cuatro de la tarde, la hora de la hora.
Auxiliado por Pedro Hernández y Jesús García Muruato como abanderados, Juan de Jesús Lazarín, silbante regiomontano, emitió el pillido de su ocarina y principió, con esa simple acción, la historia oficial del equipo lagunero que saltó al césped con este elenco: Joel Flores, Carlos González. Luis A. González, Juan Rodríguez Arellano, Martín Martínez, Guadalupe Romo, José Luis Hernández, José Próspero Hernández, Sergio Alberto Morales, Leobardo Ávalos y Guillermo Galindo —a los que se sumaron, como jugadores de refresco, Fernando de la Rosa y Gerardo González—, jóvenes que no podían imaginar en ese momento lo que estaban comenzando. He aquí, breve, la crónica de aquel promisorio encuentro contra el Bachilleres…”.
“El domingo 4 de septiembre de 1983 La Laguna amanece con la buena nueva del cartel publicitario que pregona el acontecimiento: ‘Futbol-Futbol/ Hoy domingo/ Renace el futbol profesional para la afición lagunera’, decía el anuncio, y agregaba: ‘Inauguración de la Temporada/ 1983-1984/ 15:30 de la tarde/ Santos-IMSS Laguna/ Vs./ Bachilleres de la U. de G./ Numerados $250.00/ Sombra Gral. $200.00/ Sol $100.00/ Niños Sombra $50.00/ Niños Sol $20.00/ ¡Asiste y apoya a tu nuevo equipo de La Laguna!’.
Aquella tarde canicular el sol pegaba como suele pegar en el desierto irritila, pero no impidió que una buena cuota de aficionados asistiera a la apertura del torneo y al bautizo del club local. Acaso para simbolizar que el nuevo equipo no representaba a un solo municipio sino a toda una región, el acto inaugural fue concelebrado por los alcaldes de las ciudades-ombligo laguneras: Braulio Fernández Aguirre, de Torreón; Manuel Gamboa Cano, de Gómez Palacio, y Vicente García Ramírez, de Lerdo; en la ceremonia también participó Salvador Franco Morones, delegado del IMSS en Durango. Eran las 15:45 horas cuando los equipos entraron a la cancha; Santos Laguna, uniformado todo de blanco, pisaba por primera vez, oficialmente, la gramilla de su estadio. Se oyó el himno nacional; después, el presidente de Torreón pronunció las palabras inaugurales y de inmediato varios niños desfilaron con los nombres de los equipos que integraban la 2ª División ‘B’. Para hacer un énfasis de profundo cariz simbólico, los tres alcaldes patearon un saque inicial. Eran ya las cuatro de la tarde, la hora de la hora.
Auxiliado por Pedro Hernández y Jesús García Muruato como abanderados, Juan de Jesús Lazarín, silbante regiomontano, emitió el pillido de su ocarina y principió, con esa simple acción, la historia oficial del equipo lagunero que saltó al césped con este elenco: Joel Flores, Carlos González. Luis A. González, Juan Rodríguez Arellano, Martín Martínez, Guadalupe Romo, José Luis Hernández, José Próspero Hernández, Sergio Alberto Morales, Leobardo Ávalos y Guillermo Galindo —a los que se sumaron, como jugadores de refresco, Fernando de la Rosa y Gerardo González—, jóvenes que no podían imaginar en ese momento lo que estaban comenzando. He aquí, breve, la crónica de aquel promisorio encuentro contra el Bachilleres…”.