sábado, octubre 20, 2007

Murania de Alejandro Pérez



Después de muchos años sin hacerlo, hoy iré gustoso a San Piter de las Colonias. Lo haré para presentar Murania, de Alejandro Pérez Cervantes, quien con aquel libro ganó el premio nacional de cuento Julio Torri 2007. Martín Molina, el autor y yo haremos los comentarios a partir de las 8 pm en el teatro de la Casa de la Cultura. Allá espero al lector de Ruta Norte, pues bien sé que tengo uno en San Pedro.
El autor, quien nació en Saltillo en 1973, es escritor y artista plástico. Licenciado Gráfico por la UAdeC, desde 1993 ha sido colaborador de diversos medios regionales en el área de periodismo cultural; ha colaborado en El Norte, Espacio 4, Diez minutos y Vanguardia, donde obtuvo en dos ocasiones el Premio Estatal de Periodismo; también en medios nacionales como La revista de El Universal y Replicante. Es editor de la revista cultural Azimuth y consejero editorial de la revista norteamericana Contratiempo. Autor de la plaqueta Los muros de niebla (1998), diversas antologías de cuento han albergado su obra narrativa. Actualmente se desempeña como catedrático de tiempo completo en la Escuela de Artes Plásticas Rubén Herrera de la UAdeC.
Entrevistado hace unos días por el poeta y periodista Arturo Rodríguez Lara, Alejandro Pérez respondió:
—Me interesa saber qué representa para tu carrera literaria la obtención de este premio.
—Este libro se gestó mientras trabajaba indocumentado en Chicago, en condiciones de vida algo difíciles… Escribo desde 1993, he incursionado en la poesía, el periodismo cultural, la crítica y éste, mi primer volumen de narrativa, de alguna manera representa un aliciente y una señal de que estoy aprendiendo a decirme mejor., aunque falta mucho por delante.
—¿Contribuirá a fortalecer tu vocación, a consolidarte en el oficio?
—Lo que va contribuir a fortalecer mi vocación y consolidar mi oficio es aprender a mirar y a escuchar, así como la escritura misma. La disciplina y el fervor con los que escribía bajo la nieve o hacia el trabajo en el metro. Quizá siento un poco más de responsabilidad.
—Me gustaría asimismo que explicaras la génesis del libro ganador.
—El libro llevaba en mi cabeza muchos años, podría decir que desde mi niñez, cuando mi padre me platicaba sus andanzas como mojado; fue nutriéndose luego de mi propia orfandad y las historias que iban llegando a mí. Al principio quería hacer una novela. Un artefacto que pudiera leerse como novela y como libro de relatos. Su temática es muy amplia: es la historia de una palabra, cómo esta palabra acoge diversos significados a través de diversas vidas, cómo el equívoco construye las verdades que buscamos con tanta terquedad. Me han dicho que soy lírico. Pero yo propondría a Murania como un western espiritual, como una genealogía y un diccionario onírico. Y también, sin proponérmelo, es un libro sobre la frontera. En Murania todos los personajes están extraviados.
—¿Qué autores mexicanos o extranjeros han influido en tu forma de escribir?
—La orfebrería verbal de Juan Marsé. La omnidireccionalidad y el humor de Roberto Bolaño. El misterio y la ambigüedad en la obra de los españoles Justo Navarro y Enrique Vila-Matas. De los mexicanos, para mí el mejor narrador vivo es Javier García-Galiano; me gusta también el poderío verbal de Alejandro Almazán, Héctor de Mauleón y Fabrizio Mejía Madrid.
—¿La realidad socioeconómica del país y aun la política tienen presencia en tus textos?
—La realidad socioeconómica es una cañería rota que siempre se filtra hasta donde ella quiere. Sin pretenderlo como un motivo central de mis relatos, aparece la violencia política y el narcotráfico, guerrilleros desencantados y represores poetas; las búsquedas de una mejor forma de vida que muchas veces son llamados espirituales disfrazados de llana hambre. Mi libro es un canto de amor a la música popular del norte de México y del Sur de EU, la música que oía de niño junto a mi padre. También es una reflexión sobre la creación y la escritura. Aunque en Murania lo que pesa más en el destino de los personajes son sus deseos y su vida onírica.
—¿Te interesa que la realidad nacional se refleje en tu creación literaria?
—La realidad nacional es una mala broma de alguien que ríe en un lugar oscuro. Para mí son reales los sueños, mi mujer, mis hijos, la escritura misma y el hambre.
—¿Cuántos cuentos integran el libro?
—Mi libro está dividido en dos partes, una primera parte que es un diccionario biográfico (ocho vidas) y luego una segunda parte que es la biografía onírica de los personajes principales, así como los incidentales, que cobran una fuerza inusitada y sirven de clave para los enigmas y huecos que se plantean desde el principio. Para este modelo fueron fundamentales varios libros: Vidas imaginarias, de Marcel Schwob; Spoon River anthology, de Edgar Lee Masters, y La literatura nazi en América, del inefable Roberto Bolaño.
—¿Incursionas en la novela?
Murania en sí es mi primer libro de relatos, pero sobre todo mi primera novela.