La novela Sombra de
Raquel (Iberia Editorial, Torreón, 2025, 126 pp.), primer libro individual de
Jorge Luis Gaytán, narra la andanza de Adrián, profesor rural en la sierra de
Durango, joven adulto que enfrenta su responsabilidad profesional sumido en la
nostalgia de una mujer que taladra hasta sus más ordinarios pensamientos. El contraste
entre la vida en la precariedad serrana y el recuerdo de los días de plenitud
amorosa establece un desasosegado vaivén en el interior del protagonista, quien
evidencia, entre otras lesiones espirituales, los estropicios del machismo
arraigado en su alma quebrada por la falta de un afecto inmediato, el de su
padre. Sombra de Raquel es en suma
una historia en la que somos testigos del buceo en las aguas profundas y muy
oscuras de un ser aherrojado a la confusión de los sentimientos, como escribió
Zweig.
La descripción anterior es la sinopsis que firmo en la
contratapa de Sombra de Raquel,
novela que su autor nos compartió hace dos o tres años entre las paredes del
taller literario del Teatro Isauro Martínez de Torreón. Como coordinador de ese
espacio, fui testigo entonces de su desarrollo en tiempo real, de su romper el
cascarón. Junto con los demás talleristas compañeros de Jorge Luis, semana tras
semana o quincena tras quincena me fui enterando de la circunstancia que
apesadumbra al protagonista de la historia, un joven abrumado por tribulaciones
ineludibles. Se trata, sin duda, de una ópera prima que desde ya exhibe a un
narrador talentoso, dotado de capacidad de observación y prosa bien templada.
Dije “capacidad de observación” y sospecho que es necesario
corregirme. Debo decir, para ser más preciso, capacidad de introspección, dado
que la mirada de Gaytán, sin desentenderse del entorno en el que se mueven sus
personajes, focaliza su atención en el interior del protagonista, lo escudriña
hasta los más recónditos pliegues de su alma. El autor bucea en el espíritu de
Adrián y en tal exploración no encuentra claridad, equilibrio, sensatez, sino
inestabilidad, desgarramiento, confusión y poca fuerza para resistir a su caída
libre en el abismo.
Jorge Luis Gaytán Fernández nació en San Pedro de las
Colonias, Coahuila, 1989. Actualmente radica en Torreón. Es profesor de
telesecundaria en el Sistema Estatal de Telesecundaria del estado de Durango.
Asiste al taller de literatura del TIM desde 2015. Ha publicado cuentos en el
colectivo Narrar a mediodía y en las
revistas Estepa del Nazas y Acequias, además de la plaquette Leer Libres.
Adrián, personaje central de Sombra de Raquel, es maestro en la sierra de Durango, en la zona
tepehuana. Pese a las dificultades que esta chamba supone, hace su mejor
esfuerzo para enseñar algo a los niños indígenas. El idioma es un obstáculo, pero
él trata de franquearlo a punta de señas y unas cuantas palabras obtenidas en
el dialecto local. Su contacto con la modernidad se da gracias a que tiene un
sistema de energía solar que le carga las baterías del celular y de la
computadora, herramienta que usa mucho para ver películas en CD. El mundo
serrano, con sus árboles, sus montañas, sus brechas, sus barrancos, su lluvia y
su frío, es puntualmente descrito en las páginas del libro, ciertamente, pero
no es lo fundamental. Es más bien el infierno interior de Adrián lo que aborda
esta novela, su trastabillante ir y venir en torno a la querencia de Raquel, la
novia con la que recién terminó pero a la que todavía desea. La desea de hecho como
un perro, y en la viscosidad de sus sentimientos y apetitos no alcanza a saber
qué camino seguir, si buscarla otra vez o resignarse al finiquito de la
relación. Aquella mujer lo enloquece, dicho esto al margen del lugar común, de
modo literal.
Sombra de Raquel
trabaja en dos mundos: por un lado, el espacio tepehuano donde el profesor debe
cumplir con su misión, que es la de enseñar como se va pudiendo a los niños del
lugar. Allí, en ese contexto adecuado para la docencia heroica, Adrián es
ininterrumpidamente mordido por el recuerdo de su exnovia, quien con su sombra
no lo deja trabajar en paz. Tanto es el deseo que Raquel le impone y tan frágil
es la biología de Adrián que accede, como paliativo, a congeniar con Ixel, la
madre de uno de sus alumnos, una tepehuana ya algo transculturada y bella. Pero
Adrián sabe que eso no tiene futuro, que para él es un mero trámite
fisiológico, pues su cabeza está puesta en el otro contexto de la novela: el de
la ciudad donde conoció y vive la musa de sus desgracias, la mujer que invade
todo su tiempo: Raquel.
En el zig zag entre el trabajo del aula serrana y las horas
muertas en el cuartito asignado para el profesor dentro de la propia escuela,
la pesada sombra de Raquel se materializa al grado de asfixiarlo, y es aquí
donde Jorge Luis Gaytán luce sus mejores prendas de narrador: su inmersión en
el ser del protagonista logra un dibujo muy bien logrado de la mezcolanza
emocional que tiene como escenario su conciencia, las aguas profundas de un ser
apaleado por sus demonios reales e inventados. Trata de ser racional, pero hay
algo de zoológico en sus decisiones, como si un impulso visceral, animal, lo
dominara hasta forzar su regreso a la destrucción/autodestrucción que
representa el vínculo con la añorada Raquel.
Nuestro personaje es un joven adulto. En teoría puede solo
con el paquete de la confusión que lo atraviesa, pero no. El apiñamiento del
instinto sexual, el machismo por volver con Raquel para volcar en ella una
especie de revancha, la culpa por una mala decisión y el fardo del desamor
sentido hacia su padre ausente configuran en su interior un lío muy difícil de desenredar
por la cabeza del profesor. Ante eso, el joven avanza a ciegas, tentaleante,
guiado casi nomás por la mano temblorosa del azar. El cierre de la historia nos
confirmará si Adrián, o lo que queda del abrumado Adrián, desembocará en una
situación que lo apacigüe o en otra peor a la que ya ha padecido y, sobre todo,
hecho padecer a su exnovia.
Desde el punto de vista de la forma, Sombra de Raquel contiene una especie de preámbulo y doce capítulos denominados “Días”, el lapso que abarca la novela. Su estilo es fluido, con la dosis exacta de poesía para que la historia no pierda transparencia narrativa. Es, insisto, un primer libro urdido con malicia y talento para explorar los entresijos de un alma atormentada. Que sea Sombra de Raquel el primer título de muchos más en la carrera literaria de Jorge Luis Gaytán. Ojalá.
Nota. La novela Sombra de Raquel está a la venta en La Tinta Cafetería, avenida Morelos 559 poniente, 27000 y El Astillero Librería, avenida Juárez 87 oriente, planta alta, Torreón, Coahuila, y en el Museo Madero “Centenario de la Revolución”, avenida Hidalgo y calle Viesca, en San Pedro de las Colonias, Coahuila.

