Además de ser un excelente albur, el título de esta entrega (que se refiere al santo patrono de los blanquillos con h) intenta mostrar su júbilo por las declaraciones del nuevo mártir de la corrupción mexicana, Carlos Ahumada Kurtz. Tan innegable como el tosco manejo de las autoridades capitalinas al caso del argentino es la desvergüenza con la que él ha expuesto la valía de su participación en el complot (¿qué otro nombre se le puede poner a un complot?) contra López Obrador en aquellos lejanos ayeres del 2003. No es una nimiedad que el lujoso ex preso político del DF explique ahora, con la sobada metáfora del granito de arena, que la suya fue una colaboración pequeña pero redituable, dado que al final se logró el propósito de descarrilar a un enemigo insoportable.
Soy de los muchos que todavía no tiene ninguna duda sobre la participación delictiva del gobierno federal anterior, el de Fox, en las elecciones de 2006. Soy pues de los que creen, contra el escarnio y la indiferencia, que desde las cúpulas empresariales fue impulsado un proyecto de demolición contra el candidato que no garantizaba la continuidad del saqueo. No quiero exaltar con esto, que se entienda, a la figura de AMLO ni de su partido, ni eximirlo de errores ni de vicios, pero eso es muy distinto a soslayar que toda la maquinaria de la federación y sus compinches se ensañaron y orquestaron un complot en el que Ahumada fue invitado estelar, acaso el primero que lanzó un torpedo a la línea de flotación pejista.
De qué se ufana pues Calderón, con qué cara sale a decir que es el presidente del país, si su llegada a Los Pinos obedeció a una estrategia perfectamente enhebrada para llevarlo al poder costara lo que costara, a pujidos, independientemente de la voluntad de los mexicanos expresada en las urnas. La tele duopólica, Fox, Salinas, Elgang Ster Gordillo, el CCE, el clero, la plenaria yunquista, Diego Fernández y por supuesto Ahumada Kurtz interpretaron un guión que todavía no termina, pues la película se sigue rodando con las declaraciones cada vez más inverecundas de sus actores. Así como Fox se “desquitó”, así como la Gordillo fue pillada en grabaciones de promoción blanquiazul, así ahora el empresario argentino (quien por cierto también vino a joder la borrega en el Santos) confiesa que lo suyo fue un óbolo a la justiciera causa del bloque antilopezobradorista, como si eso fuera una gracia y no una desfachatez.
Insisto que la película del 2006 sigue en rodaje. A medida que camina este sexenio espurio seguiremos viendo más y más pruebas de su adulterado origen. ¿Cómo decirle, entonces, presidente a Calderón? Imposible.