Ya no hay gobierno, sólo seres virtuales con algún cargo público usado como resorte para obtener algo en el futuro, muy en el futuro. Nomás ayer, para no ir tan lejos, vi tres referencias futuristas en La Opinión. Las ennumero: en la “de ocho” se afirma que “Aplaude a Ebrard el gobierno de Calderón”. Luego, en la pagina dos, la columna de López Dóriga y, por último, en la página tres, un flashazo de Templete. En las tres palpita, explícita o implícitamente, el sapo venenoso de la política anticipatoria que tan poco beneficia al país, pues no es lo mismo tener servidores públicos que eternos anheladores de huesos hipotéticos.
Los tres ejemplos realmente son pocos entre los miles que hierven sobre el mapa de México. No hay, en los hechos, polaco mexicano que tenga la cabeza puesta en su curul, en si secretaría, en su gubernatura, es decir, en lo que le pagan con tan pingüe billetiza, siempre por encima de lo que en verdad merece. En el caso de las tres referencias que resalto, hay futurismo porque al cundir la certeza de que Ebrard ya trabaja por la grande, sus enemigos del gobierno federal le dedican un envidiable piropo divisorio: en la medida en la que el calderonismo elogie al carnal Marcelo (y este es buen momento para hacerlo; ya después, cuando se requiera, lo acusarán de salinista), en esa medida se precipita el choque del nuevo jefe del DF contra el ex peje de gobierno. Siempre es mejor un prófugo del salinismo que un mesías tropical.
López Dóriga, por su parte, adelanta rasgos de la refriega sin cuartel que libra el gobierno federal para quitarle el PAN y la sal al yunque voraz, todo con los ojos puestos en la disputa por la presidencia de la república ¡de 2012! Tenemos apenas cuatro meses de gobierno (no olvido que espúreo) y ya se mueve con feroz encono el agasajo de la sucesión. Por eso me atreví a decir alguna vez que México es un país en permanentes elecciones. Aquí el gobierno es sólo un pretexto, nunca un fin, siempre un medio, la manera más fácil de viajar al futuro con cargo al erario público.
La tercera referencia de ayer es la de Templete. En su párrafo final se afirma que el PRI (“aunque un poco fuera de tiempo”) ya maneja una lista de posibles candidatos para las diputaciones locales, y menciona nombres como los de Jorge Torres López y Salvador Hernández Vélez, ambos con carteras importantes en el actual gobierno estatal.
Regida por la bola de cristal, la política nuestra de cada día no habita en el presente, en los problemas del ciudadano, en el caos de la pobreza y la delincuencia. Somos pues rehenes de la ambición. El hueso es de quien lo trabaja.