viernes, marzo 09, 2007

El “perdí” mágico

Me prometí en silencio una cuarentena, no salir por un buen rato de la literatura y sus adláteres, lo que más me gusta. El tóxico de la política, sin embargo, no permite alejarse demasiado, como si el circo nunca terminara de ofrecer disparates ad hoc. Fue un error, sin duda, lo que muchos simpatizantes de AMLO cometieron en la presentación de 2 de julio, libro de Carlos Tello sobre el famoso día homónimo. La idea de sabotear la presentación de una obra que se sabotea a sí misma es torpe, inoportuna, digna de desesperados e indigna de la izquierda. Tello y sus mentiras tienen pues todo derecho a deambular, así que flaca ayuda se le da al propósito de la verdad con berrinches organizados para impedir una simple presentación.
Digo que Tello se sabotea a sí mismo pues no ha logrado por ningún medio que el corazón de su libro lata y le dé vida al conjunto de sus afirmaciones. Puesto en boca de AMLO, el verbo “perdí” (que da nombre al capítulo toral del volumen) no es una poquedad. Si importara lo mismo quitarlo o dejarlo, el trabajo de Tello no se diferenciaría en nada de lo que muchos periodistas han afirmado en incuantificables medios y con todas las palabras posibles. La originalidad del libro de Tello radica, precisamente, en que añade a la polémica una supuesta afirmación del Peje, la emisión de una palabra que, si fue dicha, desarma casi por completo la acusación de fraude y el discurso de la (i)legitimidad.
He ahí, luego, que, como en todo libro de análisis y demostración, el de Tello tiene un punto de apoyo, un capítulo o una idea, o en este caso un verbito aparentemente modesto, que permite seguir adelante y articular el andamiaje expositivo. El “perdí” en boca de AMLO no es, por ello, una palabra más, el nombre de un capítulo que en el caso de esta obra podemos abstraer y continuar con la lectura, como si no pasara nada. Al contrario, tomarlo en cuenta, considerarlo lo que es, el corazón de este libro, nos lleva a dos callejones sin salida (para aquellos que dan por muerta la polarización abonada por la ultraderecha durante el periodo electoral). El callejón “A” ya lo sobrevolé: demostrar que AMLO dijo “perdí” la noche del 2 de julio es hacer de la lucha poselectoral una farsa, la megacomedia de un loco que a sabiendas de haber sido derrotado y contra toda lógica dirige a sus huestes hacia el precipicio, así como deslegitimar la apropiación de una supuesta legitimidad. El “B”, no demostrar que AMLO dijo eso, no sólo deja viva su cruzada, sino que refuerza la idea de que Tello es un vil amanuense. Hasta ahora, que yo sepa, el “perdí” no tiene documento que lo apoye.