Perdimos
a Gilberto Prado Galán hace, hoy, exactamente un año. Lo recuerdo aquí con la
presentación que publiqué en el libro dedicado a su memoria, libro cuya
descarga gratuita puede ejecutarse aquí.
Casi años, 39 para ser exacto, orbité en
el círculo amistoso de Gilberto Prado Galán (Torreón, Coahuila, 20 de
septiembre de 1960-Ciudad de México, 21 de octubre de 2022). Hombre de
querencia fácil, lo más opuesto a un misántropo que puedo imaginar, Gilberto
tenía muchísimos amigos y aún más conocidos. Pese a esto, sé que ocupé en su
vida de cuate y de colega escritor un sitio distinguido, tanto que a mi
parecer, y perdón por la vanidad, fue y será él uno de mis cinco o seis mejores
amigos. Su partida reciente, por ello, me golpeó como una turbulencia que no
dejará de cimbrarme, casi como si con él se hubiera ido un pedazo fundamental
de mi propia existencia. “Un amigo es uno mesmo en otro pellejo”, dijo Yupanqui
que dijo un hombre de campo al que alguna vez oyó de pasada, y siento que en el
caso de Gilberto eso era para mí, sin duda: uno mesmo en otro pellejo.
La noticia de su pérdida me llegó en un
momento de tremenda agitación personal. Una semana después del 21 de octubre de
2022 emprendí un viaje en pareja largamente preparado. Luego, al regreso, me
esperaban otros dos viajes más cortos y el cierre laboral del año en la
universidad. Salvo dos entregas de mi columna periodística —los dos últimos
textos que aparecen en este libro— escritas al calor de la tristeza, nada más
pude hacer para sumarme a las numerosas muestras de cariño y respeto que lo
despidieron. Durante todos los recorridos y en medio de las responsabilidades
de trabajo, sin embargo, pensé obsesivamente en la necesidad de preparar algo,
alguna ofrenda de palabras para mi amigo Gil, y pronto di con la posibilidad
hoy materializada en este modesto homenaje de papel y tipografía.
Desde que comenzó nuestra amistad hice
ver a Gilberto, tácitamente, que el vínculo que nos unía era el afecto, es
verdad, pero que esto resultaba insuficiente si no se le sumaban gestos propios
de la amistad literaria. Así, traté de evidenciar en toda ocasión que divulgar
su obra escrita era un imperativo de mi trabajo. Si parte de mis dinámicas
laborales radica, desde 1984, en la difusión de la literatura y de todo aquello
que percibo artísticamente valioso o meritorio, no podía ser ajeno a la
obligación de expresar, por escrito y por cualquier medio, que en Gilberto
teníamos a uno de nuestros mejores escritores, quizá al mejor, al más dotado
para el ejercicio literario.
Así, no fueron pocas las oportunidades
que tuve para elogiar su talento en una clase, en una conferencia, en una
simple conversación de sobremesa. Lamentablemente, verba volant, la
palabra puesta en el aire se desvanece y de ella sólo queda, si acaso, una
vibración perdida en el cosmos e imposible de recuperar. La escritura, al
contrario, tiene la capacidad de permanecer y permitir su restablecimiento.
Gracias a la supervivencia de lo que he escrito sobre Gilberto puedo ofrecer
hoy estas páginas, racimo de 17 textos que cubre un arco de 25 años. Apenas
debo señalar que, dadas las circunstancias que les dieron origen, estos
párrafos son bocetos, puntos de partida para más y mejores acercamientos a la
obra de nuestro llorado poeta y ensayista.
Son la mayoría, como se verá,
comentarios escritos para presentar libros de mi amigo, quien con frecuencia me
pedía ese favor, un favor que asumí siempre como lujo. El más antiguo data de
1998, pero sé que hay textos anteriores a esa fecha de los cuales no conservo
nada, salvo el tenue recuerdo de su hechura. Al releer lo que aquí traigo —y
guardaba en viejas carpetas digitales— sólo hice mínimos retoques, nada que
alterara sustancialmente la apresurada opinión original. Así reunidas, ciertas
afirmaciones pueden parecer reiterativas, pero es lógico que esto ocurra si
pensamos que todas ellas conciernen al mismo escritor volcado casi el mismo
género. Luego entonces, es necesario tener en consideración que en su momento
fueron escritas sin presentir que alguna vez cohabitarían en un mismo
recipiente, éste.
Para mi libro Solazos y resolanas
(2015) solicité al propio Gilberto una semblanza. La traigo aquí con dos o tres
ítems añadidos; es, grosso modo, el trabajo profesional y literario que
acumuló hasta 2022:
Gilberto Prado Galán (Torreón, 20 de
septiembre de 1960-Ciudad de México, 21 de octubre de 2022). Psicólogo egresado
del Instituto Superior de Ciencia y Tecnología, A.C., de Gómez Palacio,
Durango, y master of arts por la New Mexico State University, ha fungido como
director de la estación cultural Radio Torreón, director del Departamento de
Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Coahuila, profesor de español
en la New México State University. Ha publicado ensayos, artículos, poemas y
reseñas en diversas revistas nacionales e internacionales. Obtuvo los premios
internacionales Malcolm Lowry, Garcilaso Inca de la Vega Lya Kostakowsky (cuyo
jurado estuvo integrado por Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Eduardo
Galeano) y el premio nacional de crítica de arte Luis Cardoza y Aragón. Autor
de más de 9000 palíndromos, fue invitado como miembro de honor al Club
Internacional de Palindromistas, con sede en Barcelona. En México y España ha
publicado más de veinte libros entre los que destacan Exhumación de la
imagen, Las máscaras de la serpiente, Huellas de Salamandra,
Esplendor del canto, Vindicación de Incurable, Luis
Cardoza y Aragón: las ramas de su árbol, El misterio y su lámpara, Minas
y teodolitos, El año de Borges, Fragmentos del asombro, Dialéctica
del caos, El libro de las preguntas: la posteridad insomne de Pablo
Neruda, El canto de la ceniza, Dolor de ser isla, Sobre
héroes y hazañas, Efímero lloré mi fe, A la gorda, drógala,
Los ojos de la Medusa, Libro del mapa humano, Para leer El Aleph y
Ella era el jardín. Fue Coordinador de Difusión Cultural de la
Universidad Iberoamericana Ciudad de México. En México ha colaborado en Algarabía,
Brecha, El Huevo, El Imparcial, El Puente, Acequias,
El Siglo de Torreón, Excélsior, Historia de América, La
Crónica Cultural, La Gaceta del FCE, Los empeños (UNAM),
Nexos, Periódico de Poesía, Plural, Sábado y Milenio
Laguna, entre otras muchas publicaciones periodísticas. Asimismo, ha
publicado ensayos, artículos, poemas y reseñas en las revistas internacionales Ínsula,
Poesía, Barcarola, La bolsa de pipas, Revista de libros,
Serta, Nueva revista, Blanco y negro del diario español ABC,
Cuadernos de la huerta de San Vicente, Umbral y Anales de
la Universidad Complutense de Madrid. Fue becario del Fonca y miembro del SNCA.
Fue esposo de Leticia Santos Campa, y padre de Sofía Leticia y Verónica Eloísa.
No quiero salir de esta presentación sin declarar que fue un privilegio ser amigo de Gilberto, un privilegio expandido en cuatro venturosas décadas. Su amistad, su obra y la densa exuberancia de sus saberes, compartidos sin freno con pasión y desenfado, son regalos que mi memoria guardará con trasparente, con indestructible cariño, admiración y gratitud.
Comarca Lagunera, 10, diciembre y 2022