El
ejercicio de la literatura y la necesidad me han llevado a conocer y practicar muchas
actividades más o menos próximas. Soy por ello de esos escritores que a los
tumbos, en el mundo de la hiperespecialización que hoy vivimos, se han
inventado casi de la nada una capacidad, así sea mínima, para avanzar por todo tipo
de terreno en el universo del libro. No es lo indicado, lo sé, pues el libro es
un objeto que en su cadena de producción demanda competencias específicas para
cada eslabón. Mi consuelo es, sin embargo, que nunca en La Laguna hemos tenido
un flujo editorial capaz de acoger especialistas en todas las áreas, de ahí la
pertinencia de saber un poco de todo a la hora de materializar un libro.
Algunos
libros propios —las ediciones de autor por lo común aborrecidas— son la prueba
fehaciente de que conozco el proceso en casi todos sus momentos. Es decir, los
he escrito, revisado, maquetado, registrado, cuidado en la imprenta, presentado
y distribuido, todo a una escala micro, la escala editorial de La Laguna. A los
libros ajenos que varias personas han confiado a mis afanes de editor les he
dado igual seguimiento: salvo escribirlos, trabajé en su proceso de elaboración
con el mejor ánimo de alcanzar un buen producto impreso en forma y fondo, en
continente y contenido.
Mi
contacto con el trabajo editorial ha rebasado los treinta años, y en este lapso
he sido actor y testigo del mundo bibliográfico en nuestra región. Por ello,
tras recibir una invitación del Museo Regional de la Laguna para conferenciar
sobre algún tema cercano a mis intereses y además atractivo (espero) para el
respetable público, pensé en la vida editorial lagunera en los últimos cuarenta
años, de 1980 a 2020. Diseñé entonces una conferencia titulada “Intermitencia
de libros. Un vistazo al mundillo editorial lagunero (1980-2020)”.
Es,
dicho en términos muy amplios, una breve exposición sobre el trabajo de las
instituciones y los editores que durante los últimos cuarenta años han dedicado
tiempo y recursos a la publicación de material bibliográfico en La Laguna. Se
recuentan aquí los momentos y las colecciones impulsadas en este lapso, así
como algunos títulos de libros y los nombres más sobresalientes de las personas
que han asumido roles de editor en un contexto, el lagunero, habitualmente no
muy ventajoso, pues aquí sigue siendo minoritario el hábito de la lectura y por
ello la necesidad y posesión de libros.
No
se trata de un examen sistemático y detallado de libros laguneros aparecidos en
cuatro décadas, sino de una especie de sobrevuelo por algunos hitos y
personajes que, por lo general con pocos recursos, han impulsado la presencia
del libro local en los entornos del río Nazas.
“Intermitencia de libros. Un vistazo al mundillo
editorial lagunero (1980-2020)” es una conferencia con duración de 45 minutos.
Será aderezada por algunas imágenes y la ofreceré este martes 3 de mayo a las 7
de la tarde en el Museo Regional de la Laguna, dentro del bosque Venustiano Carranza,
de Torreón. La entrada será libre. Ojalá puedan acompañarme.
No salgo de estos párrafos sin agradecer a Gretel de la Peña, directora del Museo Regional de la Laguna, y a Paola Blasio, coordinadora de Comunicación Educativa, por la amable invitación. Confío en que hablaré de algo interesante.