Dos lecturas puede tener la obstinada presencia de López
Obrador en el discurso de José Antonio Meade. Antenoche, en el redivivo
programa Tercer Grado, el abanderado del PRI y las rémoras del Verde Ecologista
y Nueva Alianza no dejó de responder ninguna de las preguntas sin cepillar al
tabasqueño. Para un espectador medianamente informado sobre la posición que
viene ocupando Meade en las encuestas, no deja de ser curioso que en vez de percutir
sobre AMLO debió, al menos, campechanear algunos mandobles para Anaya. No fue
así: el candidato “sin militancia” sólo tenía dos palabras en la mira: Andrés
Manuel, e incluso manejó una innovación: el Peje ya no nomás es culpable por el
caos del futuro si es que gana, sino que en el pasado a él se han debido varias
turbulencias del peso frente al dólar y otros desaguisados que, bendita sea la
democracia, no han pasado a mayores gracias a que ha perdido.
Ágil y burocrático, con un discurso libreteado en casi todos
sus trazos, Meade fue zafando de las preguntas que, sin ser incisivas, eran
obvias: ¿Enrique Peña Nieto es honesto? Sí, es honesto, y dejemos a un lado su
nombre porque él “no está en la boleta”. ¿Romero Deschamps es corrupto?, y en
lugar de una respuesta rápida e incontrovertible el despliegue de una larga
explicación sobre la necesidad de denunciar y acabar con la impunidad que es un
terrible flagelo etcétera. Pese a la suavidad del tono en el que fue
cuestionado, los lastres del partido que lo impulsa son tan grandes que Meade
no pudo evitar los picotazos de la realidad. Sin freno, con un relato técnico y
vertiginoso, el ex secretario de Hacienda capeaba el temporal a verbosidad
turbo con tal de escurrirse pronto, y siempre con un discurso honestista, de
estafas maestras, casos Odebrecht, casas blancas y demás proezas.
En toda la deshilachada entrevista lo que fue quedando claro
es que los males pasados, presentes y futuros del país son hechura exclusiva de
López Obrador. ¿Y algún coscorroncito para Anaya, el segundo lugar? Nada, y es
aquí donde entra en escena la conjetura. Tal vez Meade no tocó al candidato del
PAN para dejar volando la idea de que no le interesa, de que ese rival ya casi fue despachado al tercer puesto, o quizá, como se ha venido diciendo, porque
no debe aporrear a quien, luego del 20 de mayo, podría ser su aliado en la
lucha por alcanzar al puntero.
En suma, la comparecencia de Meade en Tercer Grado no ayudará
a levantar, creo, su barra demoscópica. Lo que sí produjo, en todo caso, fue
una cauda terrible de memes tras no recordar el título de su libro.