Luego
de su juego contra Pachuca el fin de semana pasado, Rafael Márquez Álvarez se
despidió de las canchas. Con él se va una historia que lo coloca, sin duda,
entre los nombres señeros de nuestro futbol, el último verdadero grande que ha
vestido la casaca tricolor.
Rafa Márquez es ya un jugador encarrilado hacia la perduración,
y más lo será, aunque ya no lo necesite, si participa en una quinta copa del
mundo. Su trayectoria en el futbol es sin duda una de las más destacadas y creo
que como futbolista mexicano sólo está debajo de Hugo Sánchez, aunque en esta
caso la comparación es harto odiosa pues las posiciones de uno y otro hacen
imposible barajar ese tipo de escrutinios. Así como Hugo es el delantero más
contundente que ha dado nuestro país, Rafa es el defensa más seguro y, acaso,
el líder que menor discusión ha provocado desde que porta brazaletes de capitán
con nuestro seleccionado.
Su carrera, lo sabemos, tiene un hito que se llama Barcelona,
equipo en el que consiguió la titularidad y en el que fue base de muchos logros
conseguidos durante siete años. Sus otros clubes, en orden de importancia, son
el Mónaco de la liga francesa, Atlas y León, de la mexicana, Nueva York de la
MLS, y el modesto Hellas Verona de la Serie A italiana. Seis equipos solamente,
además de la selección tricolor, para edificar una carrera que en 21 años se
ganó el respeto de la prensa local y foránea.
El zamorano fue siempre el mismo jugador que triunfó en
España. Alto, recio y técnico a un tiempo, pasador seguro y buen cabeceador,
sumaba un liderazgo que hacía casi imposible disputarle la titularidad. Una
imagen que, creo, todos tenemos en la mente es aquélla en la que dialoga con un
árbitro o discute con algún rival ante jugadas de sanción polémica. Rafa jamás se
arrugó, fue nuestro Beckenbauer, nuestro Pasarella, nuestro emblema de lucha
sin apocamiento, un tipo frontal, con las agallas que se necesitan para meter
fuerte la pierna y exigir justicia ante las decisiones inciertas del silbante.
En suma, el aplauso unánime que ha logrado por su calidad
como defensa con buen trato de balón y cualidades de líder no se basa en especulaciones:
tres títulos importantes con el Mónaco y ocho con Barcelona, además de dos con
León y varios con la selección azteca hacen de este jugador mexicano un
histórico cuyo recuerdo será difícil apagar.
Ojalá no pase mucho tiempo para que surja otro como él.