Querido equipo:
Hoy sí me estremecieron en serio, hoy sí
volví a vivir la experiencia de ver unos Guerreros en la cancha. Por ello sólo tengo
palabras de felicitación, agradecimiento, y un abrazo emocionado para todos. El
futbol, ciertamente, no es ni de lejos lo más importante en la vida, pero hay pequeños
momentos en los que se convierte en nuestra pasión central, en una pasajera
forma de la alegría. Hoy domingo 6 de mayo de las seis a las ocho de la noche
eso pasó: fuimos testigos de una hazaña futbolística, es verdad, pero más
importante que eso fue el permanente ejemplo de tesón, de pundonor, de entusiasmo, de
lucha que mostraron sobre el césped de nuestro estadio. Hoy no hubo mejor ni
peor jugador: todos salieron a partirse el cuerpo y el alma para que la
camiseta verdiblanca siguiera adelante en el torneo. Lograron otra vez, como en
otros tiempos, que vibrara la afición del Nazas. Los habitantes de los diez municipios
de nuestra amada comarca, y todos los que fuera de nuestra región quieren al
Santos Laguna, se unieron en un solo pálpito y admiraron la persistencia
indoblegable con la que ustedes salieron a pelear. Como en cualquier partido,
hubo pequeños y grandes errores, pero todo queda opacado por lo que
presenciamos en el estadio y en los televisores: cada balón fue disputado como
si fuera el último, cada jugada fue encarada como pocas veces se había visto en
los años recientes. Extrañábamos lo que vimos este día, y venturosamente
ustedes lograron revivirlo.
Una costumbre muy común es minimizar al
equipo derrotado. En este caso, creo, no es prudente hacer eso: el tamaño de su
triunfo se agranda en función del rival que tuvieron enfrente. No era nada
fácil vencer y anular a Tigres, un gran equipo, y ustedes lo lograron. Todavía
en el minuto ochenta era posible que los rivales anotaran, pero en un momento de
lucidez en medio de la tensión pensé esto y lo confieso sinceramente: ¿qué
importa perder si uno ve a sus jugadores en ese plan, remando con esa heroica convicción
contra una corriente tan adversa? Perder jugando así no hubiera sido perder,
pero ni eso: ustedes ganaron y hoy se merecen, creo, el aplauso de esta tierra
seca, árida, luchona y alegre llamada La Laguna. Muchas gracias por revivir
así, este día, el espíritu de Guerreros, el espíritu de nuestra amada estepa.