Mucha ampolla levantaron por estos días los textos de Gabriel
Zaid y Roger Bartra, ambos críticos contra el candidato López Obrador. No veo
de veras la razón del enojo que produjeron, pues ambos están en su derecho de
expresar lo que gusten, sea o no sea grato para quien los lee. El de Zaid,
titulado “La caballada”, arranca con una explicación histórica sobre el origen
y el sentido de la frase, muy mexicana, “la caballada está flaca”, atribuida a
un famoso tiranuelo de Guerrero. Se refirió Zaid, con ella, a la baja calidad
de las opciones que tenemos en 2018: los presidenciables son una caballada de
ese estilo, macilenta.
El autor de Los
demasiados libros, famoso por su lucidez y su cercanía con las revistas Vuelta y ahora Letras Libres, pasa luego a explicar, ya con cierta obviedad, las
características de los candidatos. Empieza con Margarita Zavala. Dice que se
hundió por “las limitaciones que impone la partidocracia a los independientes”
y por ser la esposa de Calderón, no por las propias y evidentísimas
limitaciones de la aspirante. Luego nos deslumbra: “México nunca ha tenido
presidenta”. Del Bronco describe brevemente su carrera, y, al parecer, Zaid no
lo considera un tipo aberrante. Pasa luego revista a Meade y Anaya, señala sus
pros y sus contras, y no se siente que lo entusiasmen mucho. Llega luego a AMLO
y señala que “Es el candidato con más pinta presidencial, algo que le ayuda a
tener el primer lugar en las encuestas”, es decir, que en México se puede ganar
la presidencia con “la pinta”. Enumera luego sus lastres y entre otros menciona
“su propuesta de amnistía a los capos del crimen, como solución a la violencia.
[AMLO] Parece convencido de que, dándoles su absolución, no volverán a pecar”.
Raro que Zaid simplifique así, “capos del crimen”, como si alguna vez se
hubiera hablado de eso. En fin, cierra con su idea de votar por quien llegue en
segundo lugar, léase Anaya o Meade.
Por su lado, en “Regreso a la jaula” Bartra nos resume su
libro La jaula de la melancolía y
asegura que así como al ajolote, animal maravilloso, se le regeneran varias
partes del cuerpo cuando las pierde, los mexicanos vivimos una especie de
regeneración priistoide encarnada en el movimiento de “Regeneración” que
encabeza AMLO. Enumera las calamidades que nos caerán encima sin piedad,
prácticamente el apocalipsis de México, como si en este momento viviéramos en
un vergel. Al final, como buen patriota que desea lo mejor para su país, anhela
que sus vaticinios sean erróneos: “Espero que no sea así”, dice y termina no
sin dejarnos la sensación de que todo tiempo futuro, si es con AMLO, será peor
incluso que los últimos treinta años.