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miércoles, mayo 09, 2018

El boxeo de Meade














Dos lecturas puede tener la obstinada presencia de López Obrador en el discurso de José Antonio Meade. Antenoche, en el redivivo programa Tercer Grado, el abanderado del PRI y las rémoras del Verde Ecologista y Nueva Alianza no dejó de responder ninguna de las preguntas sin cepillar al tabasqueño. Para un espectador medianamente informado sobre la posición que viene ocupando Meade en las encuestas, no deja de ser curioso que en vez de percutir sobre AMLO debió, al menos, campechanear algunos mandobles para Anaya. No fue así: el candidato “sin militancia” sólo tenía dos palabras en la mira: Andrés Manuel, e incluso manejó una innovación: el Peje ya no nomás es culpable por el caos del futuro si es que gana, sino que en el pasado a él se han debido varias turbulencias del peso frente al dólar y otros desaguisados que, bendita sea la democracia, no han pasado a mayores gracias a que ha perdido.
Ágil y burocrático, con un discurso libreteado en casi todos sus trazos, Meade fue zafando de las preguntas que, sin ser incisivas, eran obvias: ¿Enrique Peña Nieto es honesto? Sí, es honesto, y dejemos a un lado su nombre porque él “no está en la boleta”. ¿Romero Deschamps es corrupto?, y en lugar de una respuesta rápida e incontrovertible el despliegue de una larga explicación sobre la necesidad de denunciar y acabar con la impunidad que es un terrible flagelo etcétera. Pese a la suavidad del tono en el que fue cuestionado, los lastres del partido que lo impulsa son tan grandes que Meade no pudo evitar los picotazos de la realidad. Sin freno, con un relato técnico y vertiginoso, el ex secretario de Hacienda capeaba el temporal a verbosidad turbo con tal de escurrirse pronto, y siempre con un discurso honestista, de estafas maestras, casos Odebrecht, casas blancas y demás proezas.
En toda la deshilachada entrevista lo que fue quedando claro es que los males pasados, presentes y futuros del país son hechura exclusiva de López Obrador. ¿Y algún coscorroncito para Anaya, el segundo lugar? Nada, y es aquí donde entra en escena la conjetura. Tal vez Meade no tocó al candidato del PAN para dejar volando la idea de que no le interesa, de que ese rival ya casi fue despachado al tercer puesto, o quizá, como se ha venido diciendo, porque no debe aporrear a quien, luego del 20 de mayo, podría ser su aliado en la lucha por alcanzar al puntero.
En suma, la comparecencia de Meade en Tercer Grado no ayudará a levantar, creo, su barra demoscópica. Lo que sí produjo, en todo caso, fue una cauda terrible de memes tras no recordar el título de su libro.

miércoles, marzo 18, 2015

La lógica predadora














No deja de asombrar el asombro con el que son percibidas las reacciones del déspota ante la crítica. Desde hace ya varios años, quienes dicen gobernar este país han ido desnudando sus métodos en todos los sentidos, y hoy es descarado el cinismo con el que arremeten contra aquello que logra exhibir sus falencias en cadena nacional. Es lo que ahora le tocó, por segunda o tercera ocasión, a Carmen Aristegui, acaso la más visible representante del periodismo radiofónico no oficialista en este México de rapiña y acotamientos.
Dado el agandalle de todo lo que significa poder y riqueza, al gobierno actual no le queda otro camino: o aprieta tuercas o aprieta tuercas. Aunque todavía la disfrace con elecciones y contados zonas de poder para la oposición pactista, los hilos más importantes están en sus manos, como traté de expresarlo en mi entrega anterior de esta columna.
Tienen los tres poderes bajo su control y la mayoría de los partidos están en el huacal, inmovilizados por las carretadas de dinero que caen allí para para lubricar su vocación prevaricadora (el Partido Verde es en este caso un ejemplo señero). También están de su lado, aceitados con jugosa publicidad oficial, los principales medios de comunicación, aunque estos necesitan de un cierto margen de maniobra crítica para conservar credibilidad. Hoy, por ejemplo y sólo para mencionar un caso notable de esta maniobrabilidad necesaria, Loret de Mola es uno en sus espacios de Televisa y otro en los otros donde participa, de manera que siempre queda a medio camino en todos los temas, con la credibilidad vivita y coleando pese a que sirve principalmente a los intereses de Azcárraga Jean.
Pero una cosa es tolerar cierta crítica frontal, directa y a la cabeza de la prensa escrita en un país deficitario de lectores y otra muy distinta, brutalmente distinta, es hacer lo mismo en televisión y radio. En televisión, sobre todo en la de señal abierta, se sabe, no hay ni medio minuto al aire de señalamientos que puedan herir el ego del sultán. Siempre ha sido así, y no estamos en tiempos de excepción. En radio resulta un poco más laxa la cosa, aunque es un medio tan poderoso en la capital del país que también es custodiado con lupa.
Carmen Aristegui se había pasado: el torpedo sobre la Casa Blanca tuvo tal resonancia que cimbró sus cimientos, que son los del poder hoy encarnado por EPN. Lo demás ya lo sabemos: el descarrilamiento del tren/cuento chino, la telenovelesca explicación de la Gaviota, el pitorreo público y la pantomima del fiscal anticorrupción. Luego, unos meses después, con el pretexto de un nimio abuso de confianza y un litigio contractual, el sospechoso fin en MVS de quien conducía el noticiero incómodo.
No hay sorpresa. Todo es previsible si nos atenemos a la lógica predadora del gobierno actual.

sábado, diciembre 20, 2014

El monopolio de la pureza













Sé que no es su tesis doctoral, que se trata sólo de una columna y debe ser sintético, pero de todos modos Carlos Loret se pasó de lanza con el simplismo en su análisis a Twitter (“Historias de reportero”, El Universal, jueves 18 de diciembre de 2014). Para empezar, no dice nada nuevo a quienes tienen tres centímetros de convivencia con las redes sociales (en este momento, casi todos los que usamos internet). Es pues una sarta de lugares comunes en la que procura demostrar que es fácil esparcir mentiras impunes en esa red. Caray, qué novedad.
Comienza con una estrategia adecuada: cita ejemplos de mentiras flagrantes diseminadas en Twitter: “Ban Ki-moon exige la renuncia de Peña Nieto, científicos de la NASA dicen que ADN del normalista identificado en Innsbruck fue sustituido, (…) aquí está la foto de los chavos de Ayotzinapa tendidos en el suelo”. Luego de esto, reflexiona sobre el rumor que, “lo saben los políticos desde la antigüedad, es un arma poderosa”, “se esparce y causa daño”. De inmediato llega a una primera conclusión: “En la era digital, los profesionales del rumor han encontrado su mina de oro en las redes sociales”. Me detengo aquí, en la última afirmación, y planteo algunas preguntas: ¿de veras cree Loret que los “profesionales del rumor” han encontrado una “mina de oro”? Si lo señala así, categóricamente, ¿por qué no aclara quiénes son los “profesionales del rumor”? Luego de definirlos, ¿por qué no ofrece una descripción más minuciosa sobre la “mina de oro”, el desglose de, al menos, algunas cifras relacionadas con las ganancias de esos misteriosos “profesionales”? Y ya entrados en materia, ¿puede asegurar Loret que las ganancias, si las hay, de un rumorólogo en Twitter son equivalentes a las ganancias que pueden obtenerse con un rumor (o cualquier matiz informativo o el simple silencio) en horario triple A de televisión abierta? ¿Dónde estará pues la “mina de oro”?
Mientras avanza en su aparentemente equilibrada reflexión, Loret va dejando ver lo que en realidad defiende. Dice que la política en las redes sociales es articulada por “individuos que quieren participar y son espontáneos de una causa, pero también ejércitos pagados de rumorólogos”. Otra vez, dado que la afirmación es taxativa y no tiene siquiera un precavido adverbio de duda, se imponen algunas preguntas: ¿quién paga esos “ejércitos” de bots?, ¿son auspiciados sólo por sponsors de la oposición al régimen?; si no es así, ¿por qué en sus ejemplos de rumores (Ban Ki-moon, NASA, Ayotzinapa) no hay uno que parezca echado a andar por el gobierno? Sin querer queriendo (recuerden que el conductor de 1:N es devoto de San Chéspiro de los Barriles), en su crítica al destemplado y canallesco mundillo de las redes insinúa que la rumorología profesional (el jale de bot) sólo puede ubicarse en la oposición.
“Muy pronto la aparente inocencia de Twitter y Facebook, las más populares, se fue derrumbando para los más analíticos y observadores. Pero ante la masa, su poder positivo, democrático, de participación libre sigue intacto… y también su poder desinformador”, apunta, y por supuesto podemos deducir que sólo los medios tradicionales —la tele en primer término, de donde seguro salen “los más analíticos y observadores”—, no han perdido el monopolio de la pureza informativa y son y seguirán siendo benéficos para “la masa”.
Es fácil “Creer que la verdad o, peor aún, que la realidad está en Twitter”, agrega. Y sigo preguntando: ¿es fácil para quién?, ¿para los usuarios habituales de internet o para quienes sólo se han formado una idea de la verdad/realidad mediante la inmaculada televisión?
Al final, ya en plan buenísima onda, recomienda “vacunas contra las mentiras virales” a los obsesos de las redes. Tiene razón. Sólo añadiré que esas “vacunas” también deben ser inoculadas, principalmente y en muy altas dosis, a los usuarios de la mina de oro conocida asimismo como televisión abierta.

miércoles, enero 23, 2013

De montajes y otras inmundicias
















Busqué en YouTube el primer deslinde de Televisa con respecto del montaje perpetrado por Genaro García Luna en el caso de Florence Cassez. No hallé nada, aunque de antemano puedo aceptar que en efecto la televisora se sintió ultrajada por el ex mandón de la ya desaparecida Secretaría de Seguridad Pública y de inmediato procedió a denunciar que se trató de una pantomima. ¿Qué dijo Televisa en aquel momento, poco después de que en los medios fue dado a conocer el falaz operativo de la AFI? Ignoro si fue una nota breve o un reportaje ambicioso. Lo que sí sé es que luego de esa aclaración, si la hubo, Televisa no subrayó la calidad de sujeto infame que tenía el secretario García Luna y lo dejó actuar, digamos, con total normalidad, como si no fuera un funcionario anómalo, tan poderoso y siniestro que sólo con la oposición de muchos, entre otros de la televisora más importante de América Latina, podía ser despedido de su cargo y hasta procesado.
Pero no. Según Carlos Loret de Mola, Televisa fue engañada al calor de la noticia y unos pocos días después, al darse cuenta de que se trataba de un operativo hollywoodense, denunció el montaje y estableció “protocolos” institucionales para no verse de nuevo sorprendida por los montajes de García Luna o de cualquier otro funcionario proclive a la dirección de cine.
Así nomás. En unos cuantos minutos, Loret de Mola despachó un asunto de una gravedad del tamaño de México: que un sujeto como Genaro García Luna, responsable de la seguridad en todo el país, siguiera al frente de una Secretaría que drenó millones de pesos (lo que en este caso, asombrosamente, es lo de menos) y dejó el saldo mortal más siniestro que recuerde la historia de la función pública internacional.
Lo que quiero decir es que hoy, al calor del Caso Cassez en el que salió a relucir con todo su pavoroso brillo el nombre del ex secretario y la presunta colaboración de Televisa en la difusión del montaje, el monstruo mediático sólo aclare que aclaró puntualmente lo que en su momento debió aclarar y punto. Por decir lo menos, creo que esa autoexculpación de Televisa es insuficiente, y voy a tratar de explicar por qué.
Es cierto que cuando ocurrió el montaje, el 9 de diciembre de 2005, el hoy ex secretario Genaro García Luna no era todavía el Genaro García Luna que poco después conoceríamos. Si en efecto Televisa se deslindó del montaje y hasta lo denunció, debió colocar reflectores especiales en la figura de ese funcionario recién encumbrado al, quizá, cargo de mayor responsabilidad en la administración calderonista, sólo ubicado un peldaño abajo al de quien detentaba la presidencia de la República. Digo que García Luna merecía reflectores especiales desde el principio, ya que engañó a México, engañó a Televisa, engañó a todo mundo en un área delicadísima, tanto que pasados los meses creció de manera infernal el número de muertos por violencia en nuestro país.
Pero no, no hubo reflectores especiales, sólo una tardía aclaración reiterada por Loret de Mola en estos términos:

El 9 de diciembre de 2005 nos tocó transmitir la información de su captura [de Cassez]. A la ciudadana francesa la habían detenido un día antes y la autoridad fingió y simuló un operativo como si estuviera sucediendo en vivo. Con lo que yo estaba viendo en pantalla en ese momento, que es lo mismo que se estaba viendo al aire en la señal de Televisa, con la información que estaba dando el reportero, con la supervisión encargada a los jefes de las áreas de producción y contenidos, quienes no me alertaron de nada extraño, yo no me di cuenta de este montaje, no me di cuenta de esta trampa. En retrospectiva, con un análisis más minucioso de todas las imágenes, creo que pude haber descubierto el engaño. Al calor de la noticia, como el árbitro de futbol que no tiene acceso a la repetición y debe decidir de botepronto, no lo hice, y lo lamento. Para nosotros el asunto no quedó allí. El primer medio de comunicación que documentó públicamente este montaje de la autoridad fue justamente Noticieros Televisa. Unas semanas después, el 5 de febrero de 2006, lo exhibimos y lo denunciamos. A partir de ese caso, en Noticieros Televisa y en Primero Noticias tomamos medidas y establecimos protocolos para que una cosa así no volviera a suceder. El montaje orquestado por la Agencia Federal de Investigaciones para la captura de Florence Cassez no fue desde luego la única irregularidad de este caso. En la averiguación previa se establece que la ciudadana francesa no tuvo derecho a solicitar de inmediato, como marcan las leyes internacionales, el apoyo de su embajada, le negaron un traductor, hubo cambios en las declaraciones de los testigos… las denuncias de que se violaron los derechos humanos de la detenida han llegado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que pasado mañana miércoles debe resolver el controvertido caso de Florence Cassez.

Enfatizo varios detalles de ese lánguido mea culpa. Loret de Mola habla sin eufemismos de un “montaje”, de una “trampa”, de un “engaño”. O sea, tiene perfecta conciencia de lo que fue aquella maniobra policial. Luego, apenado o embusteramente apenado, como queramos, da lo mismo, usa una metáfora futbolera para señalar que al calor de los hechos, por la vertiginosidad inherente a la transmisión en vivo, no captó de “botepronto” el tinte cinematográfico del operativo, pero después, tras analizar minuciosamente el artificio, en Noticieros Televisa notaron que se trataba de una patraña y por ello fueron los primeros en denunciarla y luego, en el plano de sus políticas internas, se impusieron “protocolos” que sirvieran para evitar nuevas coreografías tramadas por la autoridad.
Mi inquietud es ésta: supongamos que en efecto, como dije hace unos renglones, Televisa no sólo se deslindó del montaje transmitido en vivo, sino que además lo “documentó”, lo “exhibió” y lo “denunció”, parece poco, muy poco, para el tamaño del agravio que le hicieron y, sobre todo, parece poco, o nada, para el tamaño polifémico que desde entonces alcanzó la maldad del secretario García Luna. A Televisa no le habían birlado un dulce, sino que la habían involucrado en una maniobra vergonzosa, que comprometía su credibilidad informativa (es un decir) y que desde ese mismísimo momento daba una idea perfecta sobre la peligrosidad del tipo que encabezaba la SSP, una peligrosidad que jamás volvió a ser exhibida por Televisa pese a que en todos lados se sabía que García Luna estaba atropellando todo a su paso en una guerra cuyas monstruosas consecuencias todavía no alcanzamos a dimensionar.
Si el agravio lo hubiera padecido el periódico La Voz de Viesca o La Gaceta de Sombrerete sería injusto pedir que estos pobrecitos medios se las vieran frente a frente contra García Luna, pero lo sufrió Televisa, y por lo que se pudo ver sólo aclaró que fue víctima de un montaje y listo, dejó actuar al delirante secretario cuando lo que se requería —ahora uso yo una imagen del balompié— era un perruno marcaje personal.
Hoy, como ocurre siempre, a sabiendas de que el pasado es borroso y los expedientes de la comunicación electrónica son de difícil seguimiento, Televisa se lava las manos, acusa al funcionario ido de tramposo y demás, y sigue tan campante con su telaraña de arreglos y noticias montadas de acuerdo al interés de los grupos hegemónicos, a los cuales pertenece y representa.
Por último, se me ocurre esto: sé que siempre lo tuvieron por loco y revoltoso, pero si Televisa sabía que García Luna había diseñado un operativo apócrifo desde el arranque de su gestión, si sabía que el país estaba en llamas, si sabía que Calderón lo dejaba hacer y deshacer como verdugo, ¿por qué jamás, entre otros documentos, aprovechó y difundió un video como el de Gerardo Fernández Noroña espetando la palabra “asesino” a quien ya por entonces tenía convertido a México en un matadero?
Como dicen los tuiteros: es sólo una pregunta.

jueves, septiembre 16, 2010

Todo significa



No tienen nombre ni abuela, pero me atrevo a denominar “frases tortuga” a las que son enunciadas cuando ya pasó la coyuntura política en la que eran estrictamente necesarias, fundamentales diría yo para ayudar a destorcer el rumbo de los acontecimientos. Una típica frase tortuga es ésta: “Calderón arrancó sometido por la ilegitimidad de su llegada a Los Pinos y el inicio de la guerra contra el crimen organizado”. No le quito ni le añado nada; no la saco de contexto. Así, tal cual, la publicó ayer miércoles Carlos Loret de Mola en su columna “Historias de reportero” de El Universal. Repito: “Calderón arrancó sometido por la ilegitimidad de su llegada a Los Pinos y el inicio de la guerra contra el crimen organizado”.
No hay un “dizque”, un “supuesto”, un “presunto”, algo que mitigue la contundencia de la afirmación en la mencionada frase tortuga. No quedó así, por decir (los corchetes son míos): “Calderón arrancó sometido por la [dizque o supuesta o presunta] ilegitimidad de su llegada a Los Pinos y el inicio de la guerra contra el crimen organizado”. No, la afirmación no titubea, es taxativa, directa, segura de sí misma. Usa incluso la palabra favorita de los adversarios del actual régimen: “ilegitimidad”, y en ningún momento se nota que haya una lectura por el lado de la ironía o el juego de palabras. No, es “ilegitimidad”, así de seco y a la cabeza.
¿Qué hay detrás de esas posturas periodísticas en cámara Phantom? Mucho, una cola de iceberg. Veamos. Al decir “ilegítimo”, los usuarios primigenios y más frecuentes de la palabra saben que su empleo supone el antónimo. El “ilegítimo” es designado así en contraposición al “legítimo”, al que, sostienen, sí ganó. Si Loret de Mola dice pues “ilegítimo”, ¿debemos suponer que también para él hay un legítimo? Si lo hay, ¿quién es? ¿Roberto Madrazo? ¿Roberto Campa? ¿Patricia Mercado? Si el que quedó es ilegítimo y si para Loret no hay un legítimo, ¿supone entonces que nadie ganó y que tenemos una presidencia meramente formal y generada por un robo?
Puede un periodista y quien sea abrazar en este caso la certeza que mejor le acomode. La congruencia de Ferriz de Con sería el mejor ejemplo: por las razones que sean, siempre ha estado a favor del hoy denominado “ilegítimo” por Loret de Mola. Lo que resulta extraño es pasar del silencio o de la aceptación sobre la legitimidad del actual Ejecutivo a señalamientos que parecen ir completamente en contra de los sostenidos en los momentos más candentes del 2006. No se da a respetar ni por tirios ni troyanos quien ayer se sumó a la andanada contra un proyecto político y hoy parece coquetear con él al menos discursivamente, pues al escribir que “Calderón arrancó sometido por la ilegitimidad de su llegada a Los Pinos” está exhibiendo un cambio de rumbo crítico digno de toda desconfianza.
Veo detrás de esa afirmación la distancia que Televisa va tomando con respecto del actual gobierno federal. Como el PRI, que primero arropó a Calderón y luego comenzó a llamarle también espurio, Televisa se va alejando poco a poco de la figura presidencial actual y al mismo tiempo, poco a poco, se acerca a la del encopetado ascendente. O sea que Loret de Mola estuvo con el actual residente de Los Pinos hasta el momento en el que el monopolio cambió sus veladoras a otro altar. Ahora, pasado ya el peligro de excomunión, puede afirmar sobre ya sabemos quién que es “ilegítimo”. Tarde, pero con chamba.
No es una minucia que Loret de Mola escriba lo que ha escrito. Es un comunicador famosísimo, con mucho arrastre entre los jóvenes. Sé que es inteligente y que podría ser muy útil a la verdad que no obedeciera una línea. Pido demasiado, lo sé, pues no obedecer significa salir. El dilema es grande, pues Televisa le da cartel, fortuna, peso ante la opinión pública. Lo otro, hablar con la verdad, lo condena a una ruptura inevitable con el monopolio.
Y reitero la frase, pues en ella hay algo más grave aun: “Calderón arrancó sometido por la ilegitimidad de su llegada a Los Pinos y el inicio de la guerra contra el crimen organizado”. ¿El inicio? ¿Comenzó sola? ¿Quién la impulsó en caso de ser auténtica? ¿No llevamos ya cerca de 30 mil muertos en esa refriega? ¿La sostiene un gobierno ilegítimo? ¿A quién le consultó? Como podemos apreciar, en el envés de una frase hay mucha información, muchos presupuestos y hasta una ética. Todo significa, dicen los conocedores de la hermenéutica, y la frase de Loret confirma que sí, que todo significa.

viernes, marzo 27, 2009

Hacerle al méndigo



La escena no puede ser más conmovedora: vestidos como rebeldes sin causa, bien méndigos, uno con pantalón de soldado desconocido, botas de obrero Village People y barbas de náufrago, y el otro con lentes oscuros de pordiosero ciego y pelos desaliñados, los dos aparecen al costado de Natividad González Parás, gobernador de Nuevo León, en el noticiero de López Dóriga. Es un control remoto desde la casa de gobierno neoleonesa, y en ningún momento se nota que la “aventura” sea muy “aventurada”. Según sé, andan en moto, recorren la baleada república en un choro llamado “Aventura por México rumbo al bicentenario”, o algo así. Jaime Camil y Javier Poza, como nacidos para perder versión descafeínada, venden su imagen de vagamundos cheguevarianos en motocicleta, como dos rockeros divertidos y libérrimos, pero sin perder de vista que deben hacer pausas con gobernadores y todo eso.
Con frecuencia reciben críticas los trepadores, esos bichos y bichas que con tres pesos en la faltriquera se creen París Hilton y tienen poses metrosexualizadas, mamilas a más no poder. Es lo que mi amigo Prometeo Murillo ha calificado sabiamente como “rapell social” y en mi rancho las señoras denominan “chocantería”. Pero, oh sorpresas de la mugrosa vida, cunde ya, digámoslo con una paradoja, una especie de trepadurismo hacia abajo. Los chicos fresas que deambulan en los medios han advertido que ser eso, chicos fresas, no es tan redituable como pasar por desgarbados, rudos, cursis, nacos, contestatarios, ojéises, léperos y demás. Finalmente, los chicos fresas han de concluir que si sus productos serán consumidos por auténticos desgarbados, rudos, cursis, nacos, contestatarios, ojéises, léperos y demás, nada mejor que ser desgarbados, rudos, cursis, nacos, contestatarios, ojéises, léperos y demás, de ahí que se dediquen a cultivar, con toda la artificiosidad del caso, lo que Evodio Escalante alguna vez definió como “estética de lo raspa”.
¿Y quiénes son, a mi modesto y miserable parecer, los principales cultores de la estética de lo raspa en nuestro país? No lo sé con precisión, pero sin duda Camil y Poza quieren un lugar en ese top ten, de ahí que de la noche a la mañana luzcan ese look preocupado por lucir despreocupado, bien banda mugrosa aunque estén junto el gobernador González Parás que por nada del mundo recibiría a dos motociclistas con esas fachas si no fueran, como Camil y Poza, un producto envasado al alto vacío en Televisa.
Pero no son los únicos, claro está. Los Grandes Méndigos artificiosos pululan en la tele, aunque algunos como Gael García y Diego Luna han hecho carrera en el cine y han llevado hasta Hollywood esa traza de reventados de tiempo completo. Ese es su producto: parecer niños terribles, transgresores, cábulas o alivianadotes. Se les nota en las entrevistas, donde para suplir su poco ingenio improvisatorio se la pasan gastando bromas como de bato bien culey y barriobajero.
El rollo raspa, pues, tiene muchas vertientes, pero al final entronca en lo mismo: es un producto para la perrada, como la canción norteña e hipertarada de Gael, que curiosamente venden por medio de los celulares. Pero decía, ¿quién más? Hay muchos. Por ejemplo, Facundo, un sujeto que ha insistido por todos los medios provocar algo de risa y ha fracasado sin remedio; su técnica consiste siempre en hacerle al méndigo, en humillar a la raza con frases y prosodia de chilango sin escrúpulos. Siempre he dicho que ese tipo no sobreviviría ni cinco minutos a la carrilla en una esquina de Neza. Otro caso paradigmático es el tono que asume Carlos Loret de Mola cuando se pone en plan bromista: pese a su traje sin arrugas y su camisa de marca, cotorrea a gritos como si fuera estibador de la merced, como Beverly de Peralvillo. Cuando lo veo, pienso en una hermosa interpretación de Bienvenido Granda, el famoso “bigote que canta”: “Todo es falso, pero tú eres mucho más”.