Sé, como todos, que la producción de Televisa ha venido a la
baja en los años recientes. Esto se debe a que las audiencias mayoritarias han
desplazado su interés a otras plataformas, es decir, para informarse y
entretenerse ya no dependen de la televisión abierta, sino de sistemas como
Netflix, YouTube o la enorme red de redes sociales. Los jóvenes son, sobre
todo, quienes han emprendido más marcadamente tal migración, como lo he podido
comprobar con mis alumnos y, más en corto, con mis hijas, quienes casi (quitemos
el “casi” si queremos) ya no ven programas nacidos en el seno de las dos
grandes televisoras nacionales.
El éxodo de las audiencias ha determinado el de los
anunciantes, pues para ellos no tiene caso seguir pagando comerciales que ya no
serán vistos por el grueso de la población. Todo cambió en muy poco tiempo, y
hoy se dan casos que apenas hace diez años sonaban inimaginables: que “El Canal
de las Estrellas”, ahora simplemente “Las Estrellas”, ofrezca en domingo dos
películas de Hollywood en lugar de sus producciones habituales. No tengo tele,
la veo en restaurantes o en casa de mi madre ciertos domingos, pero sé por esa
retacería que la oferta es ahora muy poco eficaz. Si hace doce años tuvo éxito El privilegio de mandar, programa de
“humor” político coyuntural a las elecciones de 2006, un producto parecido en
este 2018 resulta espeluznantemente fallido, digno de inmediato zapping. En él, como hace más de diez
años, se exhibe una versión paródica de los candidatos encarnados por actores
que con máscaras y maquillaje desean hacer las delicias del respetable público
infrapolitizado, pero sospecho que la intención naufraga. Algo me dice que ese
humor ha sido masacrado por la infinita cantidad de memes y de gifs puestos en
circulación dentro de la telaraña de las nuevas tecnologías comunicativas.
Hasta hace poco, pues, la “acción psicológica” del poder permeaba
a la sociedad gracias a la propaganda echada a andar desde una estructura
controlada de medios cuya mayor gravitación era televisiva, y en las elecciones
de 2018 parece ser que ya no será así. No quiere decir esto que la influencia
de los medios tradicionales vaya a ser anulada, sino que ahora tendrá una
relevancia más notable todo lo que en encuestas, memes, notas, videos paródicos
y demás circule por internet y llegue a los votantes gracias la antena ubicua de
los celulares. Parecía imposible hace diez años: el factor televisivo
tradicional no es ya determinante como creador de simpatías/antipatías. La propaganda
se ha instalado en otras trincheras.