sábado, abril 07, 2018

Otras trincheras















Sé, como todos, que la producción de Televisa ha venido a la baja en los años recientes. Esto se debe a que las audiencias mayoritarias han desplazado su interés a otras plataformas, es decir, para informarse y entretenerse ya no dependen de la televisión abierta, sino de sistemas como Netflix, YouTube o la enorme red de redes sociales. Los jóvenes son, sobre todo, quienes han emprendido más marcadamente tal migración, como lo he podido comprobar con mis alumnos y, más en corto, con mis hijas, quienes casi (quitemos el “casi” si queremos) ya no ven programas nacidos en el seno de las dos grandes televisoras nacionales.
El éxodo de las audiencias ha determinado el de los anunciantes, pues para ellos no tiene caso seguir pagando comerciales que ya no serán vistos por el grueso de la población. Todo cambió en muy poco tiempo, y hoy se dan casos que apenas hace diez años sonaban inimaginables: que “El Canal de las Estrellas”, ahora simplemente “Las Estrellas”, ofrezca en domingo dos películas de Hollywood en lugar de sus producciones habituales. No tengo tele, la veo en restaurantes o en casa de mi madre ciertos domingos, pero sé por esa retacería que la oferta es ahora muy poco eficaz. Si hace doce años tuvo éxito El privilegio de mandar, programa de “humor” político coyuntural a las elecciones de 2006, un producto parecido en este 2018 resulta espeluznantemente fallido, digno de inmediato zapping. En él, como hace más de diez años, se exhibe una versión paródica de los candidatos encarnados por actores que con máscaras y maquillaje desean hacer las delicias del respetable público infrapolitizado, pero sospecho que la intención naufraga. Algo me dice que ese humor ha sido masacrado por la infinita cantidad de memes y de gifs puestos en circulación dentro de la telaraña de las nuevas tecnologías comunicativas.
Hasta hace poco, pues, la “acción psicológica” del poder permeaba a la sociedad gracias a la propaganda echada a andar desde una estructura controlada de medios cuya mayor gravitación era televisiva, y en las elecciones de 2018 parece ser que ya no será así. No quiere decir esto que la influencia de los medios tradicionales vaya a ser anulada, sino que ahora tendrá una relevancia más notable todo lo que en encuestas, memes, notas, videos paródicos y demás circule por internet y llegue a los votantes gracias la antena ubicua de los celulares. Parecía imposible hace diez años: el factor televisivo tradicional no es ya determinante como creador de simpatías/antipatías. La propaganda se ha instalado en otras trincheras.