sábado, abril 21, 2018

La izquierda anhelada




















Curioso, al menos resulta curioso que los ultramontanos son quienes más anhelan una izquierda como “la de antes”. Ellos son los que principalmente se quejan de que ya no haya bolcheviques de la vieja guardia, sino rábanos y reformistas, chairos pedorros que desdeñaron la bandera con la hoz y el martillo y prefirieron asir un trapo color guinda con el acrónimo MO-RE-NA. También curiosamente, no he visto que algún rojillo sienta nostalgia por una derecha como “la de antes”, aquélla que se autoimpuso la “brega de eternidad” y “mover almas”, como quería Manuel Gómez Morín.
Los anhelantes de la izquierda “deadeveras” son, entonces, quienes jamás simpatizaron con ella, los que toda la vida transitaron por la acera de enfrente. Hoy, raptados por un sueño embusteramente reivindicatorio, declaran que la izquierda actual no representa a la izquierda, que ya no alberga personajes como aquellos que llenaron páginas heroicas en la lucha por la liberación ¡Del Pueblo! Uy, qué triste, sollozan. Los zurdos buscavotos de este tiempo han renunciado a la rebeldía, a los ideales magníficos, al amor por la camiseta marxista-leninista-castrista-guevarista-subcomandantista, y son unos vulgares chairos. ¿En dónde está su consigna incendiaria, su amada bomba molotov, su saboteo de planta eléctrica, su reunión clandestina, su tomaidaca en la Sierra Maestra, su desvío de avión a Cuba, su entereza en Lecumberri, su Declaración de la Selva Lacandona?, se preguntan.
Los condolidos por esta pérdida lamentan el presente de la izquierda y aunque antes odiaron a Bartra, hoy lo tienen por gurú y hasta lo citan: la izquierda de esta hora es decepcionante, se ha entregado de pechito al pensamiento burgués, es pragmática, conservadora, snif, snif. Años antes, claro, la izquierda de cuño sesentero nacida en el caldo de cultivo de tiempos que alentaban otro tipo de lucha, era fácilmente acusada, perseguida y condenada a caminar por la cornisa. Aquella izquierda cometía los delitos de subversión, de “disolución social”, de ateísmo y canibalismo de bebés, así que sin chistar merecía su Batallón Olimpia, su Halconazo, su Miguel Nassar Haro, su Tehuacán y su apando. Eso quieren que siga mereciendo quienes anhelan la vuelta de aquella zurda radical.
Pero, así haya sido a los tumbos, con errores y tropiezos, perseguida, aquella izquierda abrió la rendija electoral y en el camino casi ha dejado de ser izquierda para convertirse en no sé qué corriente con énfasis redistributivo. Es lo que hay, son otras épocas, y si alguien merece extrañar a la izquierda de antes es el izquierdista de hoy, no el derechairo, por favor.