En
lugar de decir que son un bien a secas, tenemos que afirmar lo inverso: los
diputados son un mal necesario. Sin ellos, el sistema democrático aparencial en
el que vivimos no tendría uno de sus principales asideros y todo parecería un
sistema si no dictatorial, al menos sí caciquil, dominado por grandes y
pequeñas hordas de mafiosos “empoderados”. Los diputados son pues una carga que
el erario debe soportar abnegadamente, cual seño de endenantes al marido borrachales.
La actual legislatura local alcanzará a depradar una cifra que requiere cierta
competencia en aritmética para ser enunciada sin titubeos: $89,597,909.14.
Sobre
esta draculesca chupada a la yugular del presupuesto coahuilense apareció hace
pocos días un ejercicio realizado por el portal Red es Poder y la asociación
civil Participación ciudadana 29. Es interesante porque permite echar un ojo al
desempeño de nuestros diputados, quienes no viven precisamente en “la honrosa medianía” juarista, sino en una especie de
carnaval pantagruélico en el que por tirar confeti se reparten cientos de miles
de pesos.
El ejercicio periodístico-ciudadano incluye tres variables:
asistencia (“Asistir a las sesiones del pleno, de sus comisiones y de sus
comités correspondientes. Los datos correspondientes a esta variable se
obtuvieron de la estadística parlamentaria en el sitio del congreso”),
iniciativas (“El origen de las leyes empieza con las propuestas legislativas
del diputado. Es su trabajo construir y supervisar las iniciativas que se
convierten en ley y afectan directamente el impacto social que tiene el proceso
legislativo”) y decretos (“Las iniciativas que se votan a favor y se convierten
en ley, finalmente, son los decretos. Las iniciativas que se convierten en
decreto suponen una iniciativa bien construida y efectiva para la mejora de la
constitución local. Estos datos se obtienen también de la página del
congreso”).
Al
final, luego de analizar cada ítem diputado tras diputado de acuerdo a una
metodología explicada minuciosamente en el portal, se plantea una combinación
porcentual que arroja la calificación de cada legislador. Por supuesto, varios
reprobaron hasta en el rubro más sencillo, el de la asistencia. Eso sí: ninguno
ha dejado de recibir su dieta, una dieta que totaliza entre 3 millones 500 mil
pesos y 4 millones por piocha.
Y
todo para qué, para qué tanto amor, como canta el grupazo Intocable.