Luego
de cuarenta y dos años de investigaciones, pruebas, fracasos y más pruebas, el
doctor Mauricio Burton Garnica logró su mayor éxito: por fin terminó la
máquina. Se trataba de un aparato extremadamente peculiar, el único en su tipo
si se analizan con rigor los anales de la ciencia. El nombre técnico que en
principio le asignó fue Reciclador de Mensajes Literarios Trascendentes, pero
si el aparato luego tenía éxito, pues su inventor no negaba el deseo de
comercializarlo en grande, decidió llamarlo Drónik (sabía que eso sonaba a
“electrónic” y que la “k” goza de enorme prestigio entre los ágrafos). El
Drónik (o la Drónik, pues aún tenía difuso el género del aparato tal y como
ahora seguimos dudando entre “la internet” o “el internet”, o entre “la selfie”
o “el selfie”) consiste en una especie de ataúd gigante con una silla dentro.
La silla está provista de correas para detener al usuario, pues su uso convoca
un poco de dolor. Dentro de la caja ha colocado un número muy alto de cables
pequeños, todos terminados en agujas como de acupuntura. Esas puntas son
meticulosamente encajadas en varias partes del cuerpo de la persona sometida al
procedimiento; gracias a lo anterior los cables comunican información que queda
almacenada en una computadora de suyo poderosa. ¿Y qué extrae el Drónik de la
persona? Simple: su memoria literaria más profunda. En efecto, los usuarios de
la máquina llegan, toman un poderoso relajante y entonces el doctor coloca las
agujas. Cinco horas después ha extraído información literaria del conejillo.
Para demostrarlo, hizo la prueba con personas sin lecturas, como empresarios y
políticos, y el resultado fue asombroso. El doctor Burton no ha explicado,
claro, cómo ocurre la maravilla, pero logró que un empresario dejara este
registro de su memoria profunda en la computadora: “No juzgues, pues, que
alguno ha vivido mucho tiempo por verle con canas y con arrugas; que aunque ha
estado mucho tiempo en el mundo, no ha vivido mucho”; buscó y comprobó que se
trata de un fragmento de Séneca seguramente escuchado por el empresario en
algún momento de su vida. Por otra parte, a un político logró extraerle esto:
“Por lo tanto, un príncipe no debe preocuparse porque lo acusen de cruel,
siempre y cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a sus
súbditos”; es, claro está, una cita de Maquiavelo. Como podrá notarse, se trata
de una máquina portentosa aunque todavía, sin duda, demasiado lenta. El
siguiente desafío del doctor Burton es que en unos años el Drónik pueda ser tan
rápido en la succión de ideas literarias profundas como lo es hoy Google en sus
búsquedas.