sábado, octubre 17, 2015

Semana de videos














En la semana que acabamos de cruzar, tres videos hicieron las delicias del respetable público. Esta columna no se especializa en crítica de productos audiovisuales —de hecho, no se especializa en nada, pero fue particularmente notorio que en menos de seis días tuviéramos tres piezas que por su miserabilidad son dignas de comento. Quizá, por ello, no es ocioso hincarles el ojo. Veamos.
El “ya chole”. Se trata del espot de gobierno que ha durado menos tiempo al aire en la historia de la humanidad. Lo idearon, lo produjeron, lo editaron, lo pusieron a circular y al advertir que se trataba de una estupidez, lo sacaron de la circulación. Este mensaje presenta en escena a dos carpinteros pedroinfantescos, es decir, de natural alegre y dicharachero; uno de ellos, sin embargo, se queja de lo que hace el gobierno y termina por cansar al otro, que en un rapto de fervoroso peñanietismo le dice: “¡Ya chole con tus quejas!”, para luego dar paso a una pequeña lista de logros tangibles alcanzados por la actual administración federal. El escéptico, converso fast track a la verdadera fe, no deja pasar ni veinte segundos para transformarse en fan de las reformas. Una tontería.
El segundo video fue el tráiler —así les llaman ahora a lo que nosotros, los más rucos, denominábamos “cortos”— de La noche de Iguala, film que sería cómico-mágico-musical si no fuera porque trata un tema delicadísimo. De género ambiguo entre el documental, la dramatización y el quién sabe qué chingados, esta cinta refritea el guión de Jesús Murillo Karam como si hubiera sido una verdad revelada. Actuado con las pezuñas luego de un casting de manga muy ancha, todo comienza con esta frase de un chavo fresa, tan fresa que parece participante del Big Brother: “Cambio de planes, nos vamos a Iguala”. Nomás le faltó decir “o sea, ¿sí me entienden?”. La noche de Iguala tiene una peculiaridad demasiado enfática: todos los elementos relacionados con la autoridad visten de azul, son policías.
Por último, no podía faltar otro video del personaje más importante de México: el Chapo Guzmán, quien de nuevo ilumina las pantallas caseras con su magnífica presencia encarcelada y despuesito fugada. El medio, como dijo un famoso canadiense, es el mensaje, y aquí llama la atención que Televisa haya sido el depositario de esta “filtración” audiovisual. Todo parece un montaje, una representación, pero mientras los expertos empiezan a demostrarlo ya llegará otro video que nos distraiga de la monotonía y, principalmente, de lo importante: insistir en señalar que todo esto, todo, huele mal, muy mal.