En la foto podemos apreciar un campo de beisbol del campo lagunero. Aunque parezca increíble, se trata de un espacio sofisticado, diríase que hasta lujoso, pues tiene gradas. Lo común es que nuestros rancheros jueguen y vean beis en espacios completamente abiertos y desnudos de todo equipamiento, bajo el rayo del solazo que aquí pega. Lo que hacen es pintar nomás dos rayas desde home que se abren como diamante; cerca de ese pico queda el montículo de tierra para el pícher. Las bases son almohadillas y creo que eso es todo.
Los campos tienen una peculiaridad: carecen en absoluto de
césped, pero su tierra es lisa y firme, de manera que la esférica de beis bota
y rueda bien, inmejorablemente bien, lo que allí convierte la práctica de este
deporte en un placer para los peloteros.
El campito de esta imagen está cerca de las dunas de Bilbao,
en la carretera a Viesca, Coahuila. El letrero del ciclista me parece enternecedor
no tanto por la viñeta del ciclista, sino por el dibujo de los bordos y la
flechita, trazados a mano.
Posdata. Algunas horas después, al pasar de regreso a Torreón, había partido de beisbol y por supuesto algo de público en la gradería. No saben las ganas que tuve de quedarme, pero sólo tenía tiempo para hacer la foto testimonial.
Posdata. Algunas horas después, al pasar de regreso a Torreón, había partido de beisbol y por supuesto algo de público en la gradería. No saben las ganas que tuve de quedarme, pero sólo tenía tiempo para hacer la foto testimonial.