miércoles, febrero 03, 2010
El Chunko Maclovio
“Chunko el chusco”. Ese fue el título que quise usar para esta entrega, pero preferí apelar al recuerdo y jugar con una referencia cinematográfica adquirida en mi infancia: la película El Tunco Maclovio (1969), estelarizada por un Julio Alemán jovenazo que compartía créditos con Mario Almada y una princesa bellísima llamada Bárbara Angely. El juego de palabras estaba, pues, dibujado: chunko-tunco. Pero no nomás por eso me vino a la mente el tal Maclovio cuando supe que Ariel Chunko Gómez León, diputado federal chiapaneco por el PRD, se había pasado de claridosito en un programa de radio donde no sólo dictó cátedra en materia de racismo, sino también de ignorancia. Como el Tunco de Alemán, el legislador (¿legislador? ¿qué puede legislar este legislador?) es un pistolero famoso, un sujeto que saca el revólver a lo bruto para matar al primero que se le ponga en el camino.
El audio no deja mentir ni exagerar. Es un catálogo de tonterías que exhibe el nivelazo discursivo de un diputado/comunicador a la mexicana. La pregunta que de inmediato surge tras escuchar al Chunko es la más elemental de todas: ¿cómo puede ser diputado y comunicador alguien que habla así? La respuesta podría ser igual de simple: porque estamos en México, país que suele premiar a vándalos que jamás han pasado por un libro pero sí por un entrenamiento arduo en los andurriales de la picaresca política. Insisto que no miento ni exagero: el ya famoso Chunko usa una retórica tan chafa que al hablar comete incluso faltas de ortografía. El contenido deja ver a un tipo prejuicioso y racista tanto como la forma revela un trato de la palabra casi casi gutural. Es el típico sabelotodo según esto caimebién, muy chispeante y argumentador, pero hueco y torpe como tantos y tantos conductores de televisión y radio aptos para botanear al aire e ineptos para moverse en las áreas de la crítica sensatamente apuntalada. Su lenguasuelta en algo se asemeja a la de Esteban Arce, otro francotirador estrábico que hace poco lanzó prejuicios sin ton ni son, pero muy seguro de sí mismo y hasta imperativo.
¿Ejemplos? Basta escuchar con atención para salir de dudas y lamentar que en México destaquen esos representantes del pueblo. Lo primero que escupe el susodicho Chunko es un neologismo tonto y cacofónico similar al “sospechosismo” de Santiago Creel. Al referirse al comportamiento de las masas desesperadas de Haití mientras recibían ayuda humanitaria, el Chunko expresó que en los videos notó caras de “abusivez”. ¿De qué extraño diccionario de neologismos jala de las greñas esa palabra sufijada asnalmente? Es inaceptable que sujetos con esa insensibilidad para el manejo de la palabra usen un micrófono y quieran dar línea, además de que, por si fuera poco, tienen un cargo de elección popular que en teoría toma en cuenta las capacidades intelectuales del personaje.
Entre chascarrillos, palabrotas según él muy naturales e hipótesis de cantina, el Chunko prosiguió su perorata mequetrefe. Para evitar la “abusivez” de los haitianos al momento de pedir ayuda, era pertinente, señaló, marcarlos con tinta indeleble blanca. El colmo. Y parece que no, pero esto tiene relación con todo lo que está pasando en México, incluido lo que ya sabemos: debido a políticos como el Chunko —además, claro, de muchas otras mugres— el país está como está: en agonía.