viernes, febrero 12, 2010

Aluvión de gran cine



Me gusta el cine, pero no soy cinéfilo. Me gusta sobre todo el que lucha por sacudirse los cartabones estéticos de cierto cine facilista a la manera del que preponderantemente auspicia Hollywood. Y ojo con el adverbio terminado en mente: lo pongo en la frase para aclarar que más de una película de las que aparecen en la cartelera de toda la vida puede ser de vez en cuando excelente, distinta, original. Sin embargo, y este comentario es ya de kínder, sabemos que la mayoritaria producción californiana, que predomina en el mundo, hay que recordarlo, se ajusta a patrones architrillados. Tanto es así que a partir de su definición genérica uno sabe de antemano lo qué puede ver, incluido el final. Si es una “comedia romántica”, por ejemplo, luego de algunos avatares algo risibles el Amor triunfa y con mayúscula; sin es una nueva película para niños, un pollito (o un pececito, o un juguetito, o una hormiguita, o un lo que sea terminado en ito) será minusvalorado por quienes habitan en su entorno y al final, sin falla, el esfuerzo del personaje ninguneado lo reivindicará hasta convertirlo en héroe. Es lo mismo de lo mismo de lo mismo, el mundo cinematográfico a merced de fórmulas con sabor a sopa de vasito.
Con la Muestra Internacional de Cine número 51, que comenzó ayer, los laguneros tenemos de nuevo la oportunidad de acceder (o accesar, como dicen andrajosamente los seudoelegantes) a un menú de cintas que de antemano garantizan no sé si calidad en todos los casos, pero sí muchas sorpresas. Sorpresa, originalidad, apuesta nueva, exploración distinta, abordaje fresco, diversidad temática, exploración de mundos distintos, todos esos rasgos y sus afines son las que caracterizan no sólo al arte cinematográfico con genuino apetito estético, sino al arte en general, pues nada hay menos valioso que una obra que obedece sin chistar manuales de uso.
La Muestra, lo subrayo con marcador fosforescente, es un bufet de primer mundo servido en nuestra estepa de tolvaneras como la que veo por mi ventana mientras escribo estas palabras ayer miércoles 11 de febrero. Películas que han ganado premios en festivales, cintas que traen el respaldo de directores no necesariamente adictos a las maneras del imperio, son una promesa de diversión y reflexión, dividendos de una obra fílmica que también pueden ir de la mano cuando en los proyectos se conjugan las más altas potencias de la creatividad.
Organizada por la UIA Laguna desde hace añales y apoyada desde hace mucho por el Icocult Laguna, la Muestra ofrecerá una película diaria, en dos funciones, hasta el 27 de febrero; la sede es Cinépolis de Galerías, y no es apresurado insistir en la calidad de las películas, pues todas han sido seleccionadas por especialistas que suelen configurar un conjunto rico, multinacional y multitemático. Además de Torreón, la Muestra llega en Coahuila a Saltillo y Monclova también por iniciativa de la Ibero y el Icocult, lo que convierte a nuestra entidad en una de las pocas que en México brinda en tres ciudades tal lote de cintas. No es ocioso decir que además del DF, la Muestra anual llega asimismo a Aguascalientes, Querétaro, San Luis, Guanajuato, Xalapa, Villahermosa y Puebla, entre otras.
Para ver el menú completo de las películas hay que ir a la web de la UIA Laguna, pero casi me atrevo a decir que es innecesario, pues la cinta que toque cualquier día puede ser, sin hipérbole, una obra maestra. Vayan y comprueben que el cine no ha terminado de encontrar algo distinto y ser arte.