En los años recientes he dicho a mis cercanos, y ésta es la primera vez que lo publico, que he tenido tres grandes maestros. Dos son de Torreón, y por fortuna los tengo siempre a la mano para consultarlos, para alentarlos, para agradecerles; ellos son Saúl Rosales Carrillo y Sergio Antonio Corona Páez. El otro, a quien conocí vía correo electrónico en 1999, es el escritor argentino David Lagmanovich, quien cumple hoy 80 años de vida.
¿Y quién es Lagmanovich? Su currículum, un legajo de más de sesenta cuartillas, da fe de una entrega inquebrantable a las letras, cierto, pero más que esa historia de vida expresada en rigurosos ítems, es su palabra de todos los días, palabra que recibo gracias al e-mail, la que para mí testimonia mejor que nada su apasionada relación con la literatura. La amistad que me ha dado es, pues, vista desde otro ángulo, un magisterio. Gracias a David he aprendido más de literatura que en los libros, y gracias a él sé que uno puede dedicarse todas las horas de la vida a escribir y siempre sentirá que falta mucho por hacer, tanto que es mejor no pensar en la finitud de la existencia y seguir trabajando sin parar, sin aflojar un segundo la pisada.
Peco de indiscreto, pero la semana pasada nos mandó a Juan Pablo Neyret y a mí la carta que aquí cito en parte. Es un ejemplo, y a mi modo quisiera imitarlo: “Tengo sobre mi escritorio una primera versión de un nuevo libro, que desde luego está en la computadora y en el que he estado trabajando estos días. Se llama Los días y las letras. Bibliografía personal 1953-2007.
Como su nombre lo dice, es una bibliografía que consigna todo lo publicado entre esas dos fechas. La elección de la segunda tiene que ver, desde luego, con el hecho de que en 2007 cumplo 80 años. La nómina bibliográfica quedará abierta hasta el 31 de diciembre de este año, ocasión en que completaré el libro, y espero poder publicarlo (en las Ediciones de Norte y Sur) en los primeros meses de 2008. (…)
Los días y las letras tiene una nota previa, explicativa, y luego la bibliografía propiamente dicha, año por año. Al comienzo de la nómina de cada año va una nota explicativa, en cuerpo menor, en donde se dan algunas circunstancias contextuales: instituciones, personas, hechos de la vida. (…) El texto —la nómina— se basa en listas compiladas durante años, pero no tiene la estructura de la típica lista de publicaciones incluida en un currículum vitae. Creo que, tal como está presentado, pertenece al mismo tiempo al género de la bibliografía y al de las memorias. Permite seguir el desarrollo de una carrera de escritor, desde el comienzo hasta la actualidad, con sus alternativas a través de los años, incluyendo como es lógico también las debilidades de ese proceso. También tiene referencias internas que muestran, por ejemplo, cuando una nota o una serie de notas se reelaboran como artículo; o cuando artículos, poemas o lo que sea se reúnen dentro del cuerpo de un libro…”.
Felicidades, David, por tus 80, y el miércoles entrante mateamos celebratoriamente por allá, en la Argentina.
¿Y quién es Lagmanovich? Su currículum, un legajo de más de sesenta cuartillas, da fe de una entrega inquebrantable a las letras, cierto, pero más que esa historia de vida expresada en rigurosos ítems, es su palabra de todos los días, palabra que recibo gracias al e-mail, la que para mí testimonia mejor que nada su apasionada relación con la literatura. La amistad que me ha dado es, pues, vista desde otro ángulo, un magisterio. Gracias a David he aprendido más de literatura que en los libros, y gracias a él sé que uno puede dedicarse todas las horas de la vida a escribir y siempre sentirá que falta mucho por hacer, tanto que es mejor no pensar en la finitud de la existencia y seguir trabajando sin parar, sin aflojar un segundo la pisada.
Peco de indiscreto, pero la semana pasada nos mandó a Juan Pablo Neyret y a mí la carta que aquí cito en parte. Es un ejemplo, y a mi modo quisiera imitarlo: “Tengo sobre mi escritorio una primera versión de un nuevo libro, que desde luego está en la computadora y en el que he estado trabajando estos días. Se llama Los días y las letras. Bibliografía personal 1953-2007.
Como su nombre lo dice, es una bibliografía que consigna todo lo publicado entre esas dos fechas. La elección de la segunda tiene que ver, desde luego, con el hecho de que en 2007 cumplo 80 años. La nómina bibliográfica quedará abierta hasta el 31 de diciembre de este año, ocasión en que completaré el libro, y espero poder publicarlo (en las Ediciones de Norte y Sur) en los primeros meses de 2008. (…)
Los días y las letras tiene una nota previa, explicativa, y luego la bibliografía propiamente dicha, año por año. Al comienzo de la nómina de cada año va una nota explicativa, en cuerpo menor, en donde se dan algunas circunstancias contextuales: instituciones, personas, hechos de la vida. (…) El texto —la nómina— se basa en listas compiladas durante años, pero no tiene la estructura de la típica lista de publicaciones incluida en un currículum vitae. Creo que, tal como está presentado, pertenece al mismo tiempo al género de la bibliografía y al de las memorias. Permite seguir el desarrollo de una carrera de escritor, desde el comienzo hasta la actualidad, con sus alternativas a través de los años, incluyendo como es lógico también las debilidades de ese proceso. También tiene referencias internas que muestran, por ejemplo, cuando una nota o una serie de notas se reelaboran como artículo; o cuando artículos, poemas o lo que sea se reúnen dentro del cuerpo de un libro…”.
Felicidades, David, por tus 80, y el miércoles entrante mateamos celebratoriamente por allá, en la Argentina.