Más que en otro momento de mi vida, varios
periodistas amigos y no tanto me preguntaron durante este puente funerario el significado
del día de muertos y todo eso que, suponemos, es nuestro y se ve amenazado por
el intruso Halloween. Dije lo que pude, siempre en la idea de que, si me dan a
escoger, prefiero la ritualidad cercana que la fuereña, pues más allá de que
nos guste o no, es la que abraza elementos propios de la idiosincrasia y la
vida material de México. Sé que ahora son frecuentes los cruces, las mixturas,
eso que deriva en lo que antropólogos como Néstor García Canclini llaman “cultura híbrida”,
pero a fuerza de ser sincero creo que el Halloween es demasiado artificioso,
ajeno y mercantil como para adoptarlo o siquiera mezclarlo con la tradición
mortuoria nacional. La relación que el mexicano ha tenido con la muerte es
suficientemente barroca como para añadirle ingredientes externos.
Ahora bien, lo que no me gusta es que, entre
otras adulteraciones, algunos rasgos más o menos estandarizados del día de
muertos mexicano se vean atravesados por la mecanización, pues si algo agrada
en un altar, por ejemplo, es que se le note “mano” o trabajo artesanal. Ahora
más que en otros años, vi altares que sumaban cromos de imprenta con imágenes
de calaveras nada creativas, o esto que me parece el colmo de la frialdad:
papel picado hecho en serie, con dibujos perfectos, perforados seguramente con
la técnica que en impresión es conocida como “suaje” o “troquel” (véase en la
foto que son decenas de hojas de papel de China perforadas de un jalón). El
chiste del papel picado es desafiar la creatividad de quien lo trabaja,
propiciar en él un esfuerzo que dé como resultado figuras llamativas y
coloridas hechas a mano, ar-te-sa-na-les. He visto, aunque en menor cantidad,
frutas de plástico, cabezas de calabaza, brujitas en escobas y algún otro adorno más halloweenero que mexicano.
Lo que me apura, en suma, es que dentro de algunos años terminemos dependiendo
de los chinos y sus materiales precocidos para mantener vivas las festividades que
mejor nos pintan.